ORACIÓN

ESCUCHAR A JESÚS

Sin embargo, el evangelista Lucas
ha introducido detalles que nos permiten descubrir con más realismo el mensaje
de un episodio que a muchos les resulta
hoy extraño e inverosímil. Desde
el comienzo nos indica que Jesús sube con sus discípulos más cercanos
a lo alto de una montaña sencillamente "para orar",
no para contemplar una transfiguración.
Todo sucede durante la oración de
Jesús: "mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió". Jesús, recogido profundamente, acoge la
presencia de su Padre, y su rostro cambia. Los discípulos perciben algo de su identidad más profunda y escondida. Algo que
no pueden captar en la vida ordinaria de cada día.
En la vida de los seguidores de
Jesús no faltan momentos de claridad y certeza, de alegría y de luz. Ignoramos
lo que sucedió en lo alto de aquella montaña, pero sabemos que en la oración y el silencio es posible vislumbrar, desde la
fe, algo de la identidad oculta de Jesús. Esta oración es fuente de un
conocimiento que no es posible obtener de los libros.
Lucas dice que los discípulos apenas
se enteran de nada, pues "se caían de sueño" y solo "al
espabilarse", captaron algo.
Pedro solo sabe que allí se está
muy bien y que esa experiencia no debería terminar nunca. Lucas dice que
"no sabía lo que decía".
Por eso, la escena culmina con una
voz y un mandato solemne. Los discípulos se ven envueltos en una nube. Se
asustan pues todo aquello los sobrepasa. Sin embargo, de aquella nube sale una
voz: "Este es mi Hijo, el escogido. Escuchadle".
La escucha ha de ser la primera actitud de los discípulos.
Los cristianos de hoy necesitamos urgentemente "interiorizar" nuestra
religión si queremos reavivar nuestra fe. No basta oír el Evangelio de
manera distraída, rutinaria y gastada, sin deseo alguno de escuchar. No basta
tampoco una escucha inteligente preocupada solo de entender.
Necesitamos escuchar a
Jesús vivo en lo más íntimo de nuestro ser. Todos, predicadores y
pueblo fiel, teólogos y lectores, necesitamos escuchar su Buena Noticia de
Dios, no desde fuera sino desde dentro. Dejar que sus palabras desciendan de
nuestras cabezas hasta el corazón. Nuestra fe sería más fuerte, más gozosa, más
contagiosa. José Antonio Pagola
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús cogió a
Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo
alto de la montaña para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió,
sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que,
apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que se iba a consumar en
Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron
su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban,
dijo Pedro a Jesús: - Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron
al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: - Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio
y, por el momento, no contaron a nadie
nada de lo que habían visto. Lucas 9, 28-36
ÁBRENOS EL CORAZÓN
Presentamos nuestras peticiones
al Señor,
para que nos libere de vivir centrados en nosotros
y los nuestros,
abriendo nuestro corazón al mundo.
Para que los que participamos de
tu eucaristía
nos sintamos responsables del alimento
de los hermanos.
Ábrenos el corazón
Para que nos vayamos liberando
del deseo de consumir y tener, fruto de la empatía con tantos hermanos
que hoy
pasan hambre.
Ábrenos el corazón
Padre, danos entrañas de
misericordia y cercanía
de corazón, para adivinar cómo podemos cada uno ayudar
a los que tenemos al lado.
Ábrenos el corazón.
Para que vivamos comprometidos
con la mejora
de este mundo y tu mensaje nos fortalezca
y dinamice para hacer
lo adecuado.
Ábrenos el corazón.
Para que los políticos, los
creyentes y toda la gente de buena voluntad pongamos todo el interés
para que
haya un mejor reparto de los bienes del mundo. Ábrenos el corazón
Tú, buen Padre Dios,
que conoces
nuestras buenas intenciones
y nuestros corazones un poco raquíticos,
recoge
nuestros deseos y haznos cada día más hermanos de los seres humanos,
te lo
pedimos por Cristo nuestro Señor.
Mari Patxi Ayerra
Quiero ser tu
vidriera,
tu alta vidriera
azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura,
sí, mi historia,
pero de ti en tu
gloria traspasado
Transfigúrame, Señor,
transfigúrame
Mas no a mí solo,
purifica también
a todos los hijos de
tu Padre
que te rezan conmigo
o te rezaron,
o que acaso ni una
madre tuvieron
que les guiara a
balbucir el Padrenuestro
Transfigúranos,
Señor, transfigúranos
Si acaso no te saben,
o te dudan
o te blasfeman,
límpiales el rostro
como a ti la
Verónica;
descórreles las
densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor,
como te veo
Transfigúralos,
Señor, transfigúralos
Que todos puedan, en
la misma nube
que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y
en ti transfigurada.
Y a mí, con todos
ellos, transfigúrame
Transfigúranos,
Señor, transfigúranos.