viernes, 26 de noviembre de 2010

YA ES HORA DE DESPERTAROS DEL SUEÑO


1 Domingo de Adviento A


Otro año más. No otro Adviento más, no.
ADVIENTO: TODOS AMAMOS ESTE TIEMPO PORQUE SE ACERCA LA NAVIDAD.
Hay mensajes en las lecturas de la Palabra de Dios muy directos:

- Ven, caminemos a la luz del Señor.
-«La paz contigo».
-Ya es hora de despertaros del sueño,
-Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad.
-Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
-Estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.


En esta oración, hay suficiente riqueza en la Palabra como para no tener que leer ningún comentario. De todas formas, hay algunos muy elocuentes, como el de Pagola. Nos interpela fuertemente.

En estos días personalmente estoy con toda mi familia a la espera de la pascua de un familiar muy querido. También de una monja estupenda. Nuestra actitud está vigilante ante este acontecimiento. El Señor viene … quiere que celebren ya el encuentro con el Señor en el cielo nuevo y la tierra nueva. Y estamos pendientes de ellas como el centinela espera la aurora.

Este tiempo se nos manda (no se nos invita, nos dice Concha Morata en su comentario) a la Iglesia, a la Comunidad grande, a la pequeña, a la familia cristiana a CONVERTIRNOS, a ESTAR DESPIERTOS. Y es clara esta interpelación.

Nuestro mundo necesita más que nunca de nuestro testimonio y de nuestra PALABRA de salvación y de amor. Muchos se han ido de nuestras comunidades sin hacer ruido.

En este tiempo podíamos ser creativ@s y buscar la manera de acercarnos a personas concretas que se han ido de la Iglesia o que están con nosotros pero no quieren escuchar ya esa Palabra de salvación. El lenguaje, la forma, la falta de coherencia... hacen que no descubran atractivo el mensaje de Jesús.

Asia Bibi, la joven paquistání cristiana, madre de cinco hijos, está dispuesta a dar la vida por el Evangelio.

"Yo no soy una criminal, no hice nada malo. He sido juzgada por ser cristiana. Creo en Dios y en su enorme amor. Si el juez me ha condenado a muerte por amar a Dios, estaré orgullosa de sacrificar mi vida por él", dijo la mujer a su abogado.

¿Qué hago yo HOY para dar testimonio de Jesús en nuestro mundo concreto?
¿Qué signo puede dar esperanza a los que nos rodean del amor de Dios?

En la oración de hoy me dejo interpelar por Jesús mismo, me sitúo cerca de Él y le escucho lo que me dice al corazón.

Luego... “Ve y di a los hermanos” “Es tiempo de salvación”, Camina a la luz del Señor... Haz lo que el Señor te inspire. Pero concrétalo.
¡Hasta la semana que viene!  Un fuerte abrazo
M. Luisa

M. Celeste  -siglo XVIII-  nos dice HOY:

¡Oh vida de mi corazón! 
Sin ti estoy ciega y muerta a la vida de la gracia.
Tú eres mi salvación y sin ti soy tinieblas y oscuridad. 
TÚ ERES MI SOL Y EL GOZO DE MI CORAZÓN.
Haz que de verdad te ame. 
Dame tú ese amor puro para que no ame nada más que a ti. 
Destruye con el fuego de la caridad todo lo impuro. 
Consume en mi todo lo que no eres tú 
pues solo tú eres la vida de mi corazón 
y mi único bien, el solo bien 
y la sola vida de mi alma, 
Jesús, amor mío. 
M. Celeste Crostarosa,
 Meditaciones de Adviento, Navidad y Cuaresma, 
pág. 112 




TESTIMONIO:
ASIA BIBI: 


ORACIÓN

Oh Dios del tiempo y de la eternidad:

Tú nos has confiado a nosotros, a tu pueblo, 

tu proyecto de amor sobre la gente y el mundo.
No permitas que hagamos retrasar tus planes
por nuestras propias limitaciones.
Haznos conscientes de que lo único que podemos hacer
es ser levadura, y ser un signo 
de que la planta que tú has sembrado crecerá.
Consérvanos esperando con paciencia 
que la integridad, el amor y la justicia
lleguen como don tuyo, 
cuando tú quieras, al tiempo por ti designado,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (2,1-5):

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.» Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.



Salmo
Sal 121

R/. Vamos alegres a la casa del Señor


Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.



Allá suben las tribus,

las tribus del Señor
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.



Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.



Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.


Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (13,11-14):

Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.


Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (24,37-44):


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»



Comentarios  

¿Qué alimento han recibido de nosotros?
Los evangelios han recogido de diversas formas la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Al principio, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta "vigilancia" para estar preparados ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.

Así recoge el Vaticano II esta preocupación: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".

Entre los signos de estos tiempos, el Concilio señala un hecho doloroso: "Crece de día en día el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión". ¿Cómo estamos leyendo este grave signo? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, la secularización o el rechazo social a Dios? ¿No hemos de escuchar en el interior de la Iglesia una llamada a la conversión?

La mayoría se ha ido marchando silenciosamente, sin sacar ruido alguno. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué hay en el fondo de su silencio? ¿Quién los escucha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados en nuestras comunidades?

Muchos de los que se van eran cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. La religión que habían recibido se ha desmoronado. No han encontrado en ella la fuerza que necesitaban para enfrentarse a los nuevos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros?

¿Dónde podrán ahora escuchar el Evangelio? ¿Dónde podrán encontrarse con Cristo?

Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón ni responden a sus interrogantes. Apenados al descubrir el "escándalo permanente" de la Iglesia. Algunos siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús?

Benedicto XVI viene insistiendo en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de fuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado e infidelidad. Es el momento de reaccionar. La conversión de la Iglesia es posible, pero empieza por nuestra conversión, la de cada uno. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 24/11/10.-
 ELLA HA VISTO A DIOS

Jesús es la luz. Es el camino hacia la luz y es la luz.
Andamos como perdidos, desorientados, sin camino concreto y, la mayoría de las veces, a tientas, como en la oscuridad.
Nos dejamos asustar por las sombras, nos paraliza el miedo, nos alarman los destellos y nos acomodamos en la penumbra de nuestra pobre luz personal.
Algunos buscamos la luz; ocasionalmente vemos su resplandor al fondo del camino, iluminando con claridad la belleza de otra senda. Pero nos falta valor, nos falta confianza,… nos falta fe. Volvemos la vista y nos sentimos atraídos por la seguridad de nuestra ya conocida penumbra: templada y discreta, cómoda y conocida, cerrada y segura.

Las lecturas de hoy no son hechos vagos, oraciones sentidas o alabanzas pomposas. Las lecturas de hoy son mandatos,
imperativos que no nos invitan, nos ordenan: “caminaremos a la luz del Señor”, “…pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día…”  El discípulo de Jesús debe avanzar, vivir sabiendo hacia donde camina.
Primer domingo de Adviento. Comenzamos la espera de la luz. ¿Vamos a acogerla?, ¿o seguiremos instalados en la penumbra?
En el evangelio Jesús nos exhorta:
“estad en vela”; otro mandato, no una propuesta: “podríais estar en vela, alerta”. Si no acogemos la luz, ¿quién iluminará nuestra penumbra? ¿Quién nos enseñará el camino a Dios? ¿Quién encenderá nuestro corazón oscuro?
Él viene.

Hace unos días nos visitó Pilar Gilaberte, misionera Comboniana. Vino al colegio con motivo del DOMUND a contarles a los chavales su larga y asombrosa experiencia en misiones de África y Sudamérica.
Primero nos explicó el cartel de este año donde aparece una joven misionera haciendo cosquillas a una niña que ríe en sus brazos. Nos dijo que la labor del misionero es
hacer ver el rostro de Dios y que, a su vez, ellos contemplan el rostro de Dios en los más pobres: “Sólo quien sabe amar es capaz de ver a Dios en el rostro de los más indefensos, como esa niña del cartel.”
Yo miraba a aquella mujer mayor, gruesa, con su austera y peculiar vestimenta “monjil”, desbordar ternura, alegría, comprensión… AMOR.
Ella ha visto a Dios y yo lo vi habitando en ella. Toda ella era luz y camino, no había penumbra, ni miedo, ni conformismo, ni inseguridad. Lleva toda una vida acogiendo al Dios que viene, dejándose habitar por Él y transformando el camino de muchas personas.
¿Es única?, ¿sólo los misioneros avanzan en la luz?
¿Cuántas personas anónimas y cercanas conocéis así? Una vida de entrega a un padre anciano, dedicación a los hijos, trabajos voluntarios sociales y de solidaridad, grupos de parroquia que se dedican a la evangelización de sus vecinos, cooperantes de Cruz Roja, Payasos sin Fronteras,… personas que visitan y consuelan a enfermos en hospitales o a ancianos solos, vocaciones laborales de servicio: bomberos, policías, sanitarios,… o cualquier acto engendrado y vivido desde el amor.
¿No podemos todos, en un momento u otro, actuar en las labores más cotidianas movidos por la luz que nos habita?
Él viene.

Abramos el corazón, acojamos la luz, salgamos de la penumbra y caminemos a la luz del Señor.


CONCHA MORATA
concha@dabar.net
Publicado por DABAR

De la angustia a la esperanza

      Hay esperas y esperas. No es lo mismo la espera del padre que en la sala de espera del hospital aguarda que le comuniquen el nacimiento de su hijo que la del soldado que en la trinchera aguarda el comienzo de la batalla. No es lo mismo el adviento que el espíritu de las lecturas de estos últimos domingos que nos hablaban casi del fin del mundo con imágenes terroríficas de destrucción y cataclismos cósmicos. 
      Es que ya hemos comenzado el Adviento. Comienza un nuevo año litúrgico, la oportunidad de domingo a domingo volver a meditar los grandes misterios de la vida de nuestro señor Jesucristo, el centro, el Alfa y la Omega, el principio y el fin de nuestra fe. Si seguimos aquí, si somos miembros de la comunidad creyentes es porque la figura de Jesús sigue estando en el centro de nuestros pensamientos. Y su reino es el sueño que anima nuestro compromiso. Y su Padre nos hace sentirnos miembros de la misma familia de Jesús y hermanos de todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. Y su Espíritu lo sentimos dentro de nosotros, animando nuestra vida, impulsando nuestros esfuerzos por crear fraternidad y vencer al odio y la violencia que demasiadas veces nos hacen hundirnos en el barro de la historia. 

Comienza el Adviento

      Y el primer misterio que hay que celebrar es el nacimiento de Jesús. No es un nacimiento más. Nos habla de la encarnación del Hijo de Dios. Nada es accidental en ese nacimiento. Todos los detalles tienen un poderoso significado para nuestra fe. Por eso no podemos llegar a celebrar la Navidad sin una adecuada preparación. El Adviento es ese tiempo que nos dispone para celebrar la Navidad, para darnos cuenta de lo que celebramos y vivimos, para que llegue a lo más hondo de nuestro corazón y entendimiento el misterio de un Dios hecho niño en un pesebre. 

      Adviento es tiempo de espera alegre. Lo que se nos viene encima no es una amenaza sino una gracia. La invitación a estar en vela no es para estar preparados ante el desastre final sino  para disfrutar en comunidad de una espera que es casi tan alegre y gozosa como la misma celebración del hecho. En la espera anticipamos la realidad que viene, la presencia de Dios entre nosotros. En la espera nos permitimos soñar con un mundo diferente. Y ese sueño transforma ya nuestra manera de comportarnos, nos hace vivir de otra manera. 
      En la espera, volvemos a leer los textos de los antiguos profetas y sus palabras resuenan en nuestro corazón y pintan una sonrisa en nuestro rostro. Leemos y releemos las palabras de Isaías en la primera lectura y nos dan ganas de salir caminando hacia el monte del Señor. Es como si el Espíritu de Dios nos convocará a salir de las iglesias, de nuestras casa, a marchar por la calle anunciando a todos el gozo que se avecina. Por muchas noticias de crisis y desastres de los que están llenos nuestros telediarios, hay una noticia más importante . 

Va a nacer Jesús, será el árbitro de las naciones. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. Es el más viejo sueño de la humanidad –la paz, la felicidad, el bienestar para todos– que se atisba ya en el horizonte. Y nosotros sabemos que ese sueño se va a hacer realidad. Se ha hecho ya realidad en Jesús, cuyo nacimiento nos preparamos para celebrar.

Tiempo para estar en vela 
      Por eso es hora de despertarnos del sueño. O de las pesadillas en que a veces estamos tan metidos que no vemos la luz del Señor que se atisba ya en el horizonte. La realidad es que la noche está avanzada y el día se echa encima. Hay que levantarse, desperezarse, salir de casa y ponerse trabajar por un mundo mejor, como dice la lectura de la carta de Pablo a los Romanos. 
      Es lo mismo que nos dice el Evangelio: ya está cerca algo tan importante que va a cambiar nuestra vida cotidiana. Hasta ahora la gente comía, bebía y se casaba. Ahora viene algo nuevo. Algo que va a cambiar el color de todo lo que hacemos, que va a dar un nuevo sentido. Lo que viene es la presencia novedosa del Espíritu de Dios, la irrupción de la gracia de Dios que, como un torrente, inunda nuestro presente y nos hace vivir de otra manera: bajo la luz de la misericordia, la reconciliación, el perdón, la comprensión. En definitiva, bajo el inmenso paraguas del amor de Dios que desea la vida de todas sus criaturas. 
      Por eso hay que estar preparados, en vigilia, y ya desde ahora gozar de esa presencia. ¿No se dice siempre que las vísperas de una fiesta son casi mejores que la fiesta misma? Pues ya estamos en las vísperas de la Navidad. Es tiempo de disfrutar y de gozar con la preparación de la fiesta mayor del año: viene Jesús. No es tiempo de angustia sino de esperanza. 
Fernando Torres Pérez cmf



ADVIENTO: RECUPERAR LA TENSIÓN

1. La hora menos esperada
La hora menos esperada podría ser las 25:78 h.
La hora menos esperada es aquella que anuncie que la crisis ha desaparecido, que han sido erradicadas de la faz de la tierra la violencia y la guerra, el hambre y la marginación. Éstas, y otras muchas, son noticias que -lamentablemente- no esperamos.
Pero el Profeta, vocero de un nuevo Adviento que nos encamina hacia la Navidad, nos dice que caminemos hacia el encuentro con el Señor: él nos instruirá en sus caminos y nos revelará cómo llegar al tiempo en que sucede lo inesperado.
2. Como en los días de Noé
La vida sucede como siempre a nuestro alrededor -como en los días previos al diluvio, en que la gente comía y bebía- pero hay señales de un Dios que se revela ante los hombres como la vida verdadera.
San Pablo dice que nada de comilonas y borracheras: el estilo de vida del cristiano se tiene que poner al día en Adviento. Adviento es recuperar la "tensión" en la vida de los que tienen fe. Somos como todos y hacemos lo que todos, aunque no podemos olvidar que "no somos del mundo", sino de Cristo. Y nuestra salvación está más cerca que cuando comenzamos a creer.
3. Señales para llegar a Navidad
Adviento es un tiempo para "leer las señales del cielo", porque en la tierra todo parece seguir su curso: los ricos se hacen ricos y comen, los pobres se hacen cada vez más pobres y no comen, etc. La Navidad de la calle y las tiendas hace tiempo que comenzó (y nos queda tiempo que aguantarla). Y muchas personas ya preparan las comilonas y borracheras, que son el único motivo de su celebración. Pero nosotros estamos invitados a darnos cuenta del momento en que vivimos: momento en el que la fe necesita más que nunca aportar esperanza al mundo.
Laureano Del Otero Sevillano CSSR



MEDIADIORES DE ESPERANZA 



Queridos Amigos de Buenafuente:
El Año Litúrgico se inicia con el tiempo de Adviento. Al contemplar los textos bíblicos que selecciona la Iglesia para proclamarlos en la celebración eucarística, se descubre la intensa llamada a la espera, convertida por gracia en esperanza teologal, fundada en la fidelidad de la Palabra de Dios que nos promete la visita del Señor.
Actualmente, este tiempo litúrgico coincide con circunstancias sociales menesterosas de confianza y de optimismo. Por diversos motivos, de manera especial por la precariedad laboral,  necesitamos el mensaje de los profetas, que en tiempos de angostura se atrevieron a augurar el florecimiento del desierto, la restauración de casas en ruinas, la repoblación de ciudades deshabitadas. Pero sobre todo, anunciaron la compasión de Dios y su opción de venir a nuestro mundo como máxima manifestación de amor. Cada uno podemos convertirnos en mediadores de esperanza con gestos compasivos.
El Adviento es un tiempo permanente, pues todos aguardamos no sólo la venida gloriosa del Señor, sino el encuentro personal con su misericordia, la que esperamos nos conceda el día en que seamos llamados de este mundo y la que cada día necesitamos debido a nuestra debilidad.
Por la fe se nos permite dar crédito a las Sagrada Escritura y a los acontecimientos que cambiaron la historia por el nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo, que vino en nuestra carne como mejor forma de redimirla.
Somos llamados a la esperanza cristiana, secreto por el que podemos afrontar toda circunstancia en actitud de abandono confiado, pues desde la opción de Dios de hacerse hombre, tenemos la certeza y la seguridad de su acompañamiento solidario y próximo.
Guarda en tu memoria o reaviva el recuerdo de aquellas palabras, acontecimientos, experiencias que sabes que fueron verdad, y aunque pases por la oscuridad de la fe, por la prueba de fuego, la referencia luminosa te despolarizará de las imágenes negativas y pesimistas.
Te indico tres llamadas:
Espera. Los creyentes han tenido la sagacidad de esperar contra toda esperanza. Espera en silencio la salvación del Señor.
Espera. Nunca los acontecimientos históricos son del todo realización de las hipótesis. Cuando lo imaginado se convierte en historia, siempre cuenta con la ayuda y acompañamiento de Dios.
Espera en el Señor, sé valiente, espera en el Señor, que volverás a alabarlo”.
Ángel de Buenafuente del Sistal