miércoles, 27 de junio de 2012

ORACIÓN - MADRE DEL PERPETUO SOCORRO






HOY
nuestra oración se centra en nuestra Madre.
Vamos a hacer un ejercicio de contemplación.
Hace unos años una chica joven me enseñó cómo rezaba.
HOY 
te lo comparto porque me parece que es una oración contemplativa muy sencilla y profunda.

Me decía:
"Yo contemplo el icono
y me pongo en los brazos de la Virgen en lugar de Jesús.
Luego descanso en ella y dejo que Jesús le diga lo que en mi corazón habita".

Haz silencio y experimenta... 

Oración Colecta 
Señor Jesucristo, 
que nos has dado por Madre 
pronta siempre a socorrernos,  
a tu Madre María, 
cuya imagen insigne veneramos; 
te rogamos que, 
implorando sin cesar su ayuda maternal, 
merezcamos experimentar perpetuamente 
los frutos de tu redención
Tú que vives y reinas... 

PRIMERA LECTURA 
Lectura del Profeta Isaías 7, 10-14

En aquel tiempo, dijo el Señor a Acaz: -Pide una Señal al Señor tu 
Dios en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo. 
Respondió Acaz: -No la pido, no quiero tentar al Señor. 
Entonces dijo Dios: -Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a 
los hombres, sino que cansáis incluso a Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una Señal. 
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pone por 
nombre Emmanuel

Salmo Responsorial


Salmo 70
R./  En mi aflicción, ven en mi ayuda, Señor.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
R. En mi aflicción, ven en mi ayuda, Señor.
Se tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
R. En mi aflicción, ven en mi ayuda, Señor.
Dios mío, líbrame de la mano perversa,
porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
R. En mi aflicción, ven en mi ayuda, Señor.
Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven aprisa a socorrerme.

R. En mi aflicción, ven en mi ayuda, Señor.


SEGUNDA LECTURA 
Lectura del Libro del Apocalipsis 12, 1-6.10 

Apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida del solla luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, le llegó la hora y gritaba entre los espasmos del parto. 

Apareció otro portento en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete 
cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió 
del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. 

El dragón estaba en frente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. 

Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los 
pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. Mientras tanto, la mujer escapaba al desierto. 

Se oyó una gran voz en el cielo: 

“Ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando 
de su Mesías.” Porque han derribado al acusador de nuestros hermanos, al que los acusaba día y noche ante nuestro Dios. 


EVANGELIO 
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 19, 25-27 
 
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, 
María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca 
al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: 
 - Mujer, ahí tienes a tu hijo. 
 Luego dijo al discípulo: 
 -Ahí tienes a tu madre. 
 Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. 


Sta Teresita de Lisieux nos dejó esta oración:
Añadir leyenda
Sta Teresita de Lisieux cuando era niña.

Tu sabes bien que desde mi tierna infancia
tu dulce Imagen ha logrado fascinar 
mi corazón.
En tu mirada yo leía tu ternura
y junto a ti yo encontraba la dicha.
Virgen, María, a la celeste ribera,
después del destierro, iré a verte para siempre.
Mientras tanto, aquí abajo,
tu dulce imagen es mi Perpetuo Socorro.
Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia 

jueves, 21 de junio de 2012

ORACIÓN - EL CAMINO DEL CRECIMIENTO: LA HUMILDAD Y PEQUEÑEZ

24 de Junio del 2012



Colecta

Oh Dios misericordioso,
celebramos hoy con alegría
el nacimiento de Juan el Bautista, tu profeta, 
que anunció una nueva era
y preparó el camino para tu Hijo.
Ayúdanos a proclamar el mensaje de Jesús
en el nuevo lenguaje que nuestros tiempos reclaman.

Danos el valor de abandonar 
nuestros viejos modos y actitudes

y de abrir resueltamente a la gente de hoy
el nuevo camino hacia el futuro que tú nos ofreces
en Cristo Jesús, Hijo tuyo y Señor nuestro,
que contigo vive y reina 
en la unidad del Espíritu Santo, 
y es Dios, por los siglos de los siglos. R / Amén.



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (49,1-6):


Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»



Salmo
Sal 138,1-3.13-14.15


R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente



Señor, tú me sondeas y me conoces; 

me conoces cuando me siento o me levanto,

de lejos penetras mis pensamientos;

distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.



Tú has creado mis entrañas,

me has tejido en el seno materno.

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,

porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.



No desconocías mis huesos,

cuando, en lo oculto, me iba formando,

y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.


Segunda lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,22-26):
En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.” Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.” Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»



Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):
ICONO NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. 
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.



Mª Celeste nos deja HOY  esta palabra:

¡Redentor y Creador mío!
Por tu infinita bondad no me abandones.
Misericordia mía infinita, socorre con tu gracia mi debilidad.
Diálogos 4 1





Con el Precursor el alma dice: Es precioso que Él crezca y que yo disminuya. Es decir, en este estado el alma sólo quiere que la gloria de Dios sea glorificada en sí misma y que solo esa gloria resplandezca por encima de su nada pues el alma solo quisiera con su muerte a sí misma, concentrarse en la pura nada. Y este efecto crece en el alma a medida de la iluminación y del camino de unión y de progreso con que Dios aumenta sus favores en el interior del alma. Igualmente aumenta los efectos de la muerte (aniquilación) porque esta verdad se apodera más del alma que repite en su interior: ES PRECISO QUE EL CREZCA Y YO DISMINUYA. Estos dos efectos se establecen en el alma en una continua muerte de si misma en Dios. (Jardín Interior, 4 de abril). 



  
COMETARIO
Celebramos hoy la fiesta del nacimiento de Juan Bautista, del cual Jesús dijo: "Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan, sin embargo el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él".
Nosotros tenemos estadísticas para todo y para medir a todos: el hombre más alto y el más bajo, el más rico y el más pobre, el mejor y el peor vestido, el mejor y el peor predicador… pero ¿cómo medir a los servidores de Dios?
Cuando nació Juan Bautista la gente se preguntaba: "¿Qué llegará a ser este niño?"
El nacimiento de Juan era fruto de "la compasión manifestada por el Señor" y fue motivo de felicitaciones y de alegría para todos.
Dios siempre tiene algo que ver en el nacimiento de sus servidores y de todos nosotros.
Y en ese niño recién nacido había puestas muchas esperanzas. Por eso todos se preguntaban: "¿Qué llegará a ser este niño?"
"Al octavo día fueron al templo para cumplir con el niño el rito de la circuncisión y ponerle un nombre".
Querían llamarle Zacarías como su padre y ahí empezó la discusión. El nombre en la Biblia indica una vocación, un ministerio, una elección de Dios, un propósito; el nombre es ya en sí una buena noticia. El nombre es un mensaje y una manera de vivir.
Zacarías significa "Dios se acuerda", Isabel "Dios ha prometido". ¿Cómo llamar a este niño prometido a Isabel?
¿Cómo llamar a este niño ya que Dios se acordó de la oración de su padre?
Y le pusieron por nombre Juan que significa "Dios favorece".
Juan es el favor de Dios a una familia buena y Juan es el favor de Dios para un pueblo que siempre espera al Mesías, a Jesús, "el que salva".
Juan es el favor, la gracia, el puente que une el antiguo y el nuevo testamento.
Juan es el nombre de un hombre al que Dios va a usar para señalar al Cordero de Dios, para preparar el camino del Señor.
Decimos que en La Biblia un nombre sirve mucho más que para llamar a alguien, sirve para indicar el contenido y la misión de una persona.
¿Cuántos de ustedes llevan el nombre de sus padres?
¿Cuántos llevan el nombre del santo del día?
¿Cuántos llevan el nombre del artista favorito de su madre?
Juan Bautista, el favor de Dios, dejó que Dios lo usara y viviera en plenitud lo que su nombre significaba.
Un nombre nuevo en la familia para un tiempo nuevo, para una vocación nueva.
Y cuando Zacarías, "Dios se acuerda", escribió "Juan es su nombre se le soltó la lengua".
Purificado de su pecado empezó a alabar a Dios y dejó impresionado a todo el vecindario.
Sólo los limpios de corazón son libres para alabar a Dios.
Sólo los purificados del pecado pueden ser gloria de Dios.
Sólo los creyentes se sienten a gusto en la casa de Dios y celebran la eucaristía como el gran favor de Dios.
Esta no es la fiesta de los mudos sino la fiesta de los que con su boca confiesan la misericordia y el favor de Dios.
Nosotros, humanamente hablando podemos ser fruto del amor verdadero o fruto de la casualidad, pero como cristianos podemos decir: Yo soy querido y amado por Dios y para Él soy muy importante.
Juan decía: "Él debe crecer, yo debo disminuir".
Esta es nuestra vocación cristiana, nuestra llamada: ser camino que lleva a Jesús, ser voz que anuncia a Jesús, ser luz que ilumina a Jesús.
En el mundo de Jesús no hay guerra de estadísticas, no existe ni el más importante ni el más santo. El mejor, el más santo, el más sabio y el único importante es Jesús.

VIDEO DE LAS BENEDICTINAS DE MONTSERRAT





domingo, 10 de junio de 2012

ORACIÓN - SOY PAN QUE ME PARTO Y ME REPARTO





La oración de hoy puede ser 

sencillamente GUSTAR Y VER 

QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.


Gustar ¿cómo?

Recordar experiencias que nos hayan llenado de amor compartido.


Verle ¿dónde?


En nosotros y en cada una de  las 

personas, especialmente 

en aquellos que tenemos cerca y 

lejos que están sufriendo 

tanto el hambre, la injusticia o la pobreza.

 

 

Primera lectura
Primera lectura: Ex 24,3-8

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel.
Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
«Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»


Salmo


Salmo responsorial: 115

R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.


¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.


Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Segunda lectura
Segunda lectura: Hb 9,11-15

Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. 


Evangelio
Evangelio: Mc 14,12-16.22-26

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

Mª Celeste nos dice HOY:

Tú me das  calor cuando sufres el frío,
Tú me vistes con tu mortificación interior,
Me alimentas cuando ayunas,
Me cantas cuando estás unida a mi gusto,
Me abrazas estrechamente cuando te sobrepones a tus debilidades, indisposiciones y dolores del cuerpo para servirme,
Me besas con todo acto de caridad  que practicas conmigo o con tu prójimo. D 9 6


REFLEXIÓN

EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO
Al contemplar el corazón de Dios, unidad de amor; al sentir sobre nuestro ánimo su aliento que nos empuja; podemos pensar que lo divino está tan lejos que sólo nos roza su presencia, que es inalcanzable para nosotros, pobres pecadores. Y es verdad.

Pero por amor gratuito, sin merecimiento alguno, esa distancia ha desaparecido desde que Dios asume nuestra carne en la persona de Jesucristo. Dios se hace humano en la debilidad de lo humano. En el cuerpo de Cristo, nuestra frágil naturaleza se ha convertido en camino hacia Dios.
Nada hay más sagrado que el cuerpo de una persona que va derramando su sangre a lo largo de la vida. Los cuerpos destrozados del mundo de tantos hombres y mujeres, víctimas de la barbarie y el despropósito, son hostias vivas, sacrificio santo. La sangre que ha regado y, desgraciadamente, sigue bañando campos de muertos, sobre los que se asientan el poder y la riqueza de los tiranos, es la señal de la nueva alianza.

El dolor de un pobre es la mejor custodia para el cuerpo de Cristo. Él sólo entiende de amor entregado, de pasión por el Reino, de fidelidad hasta el final.

“Haced ESTO es conmemoración mía”, entregaos como yo, amad como yo, morid como yo, vivid como yo.

Cuando extiendas tu mano o abras la boca para recibir el cuerpo del Señor, recuerda que no hay comunión sin entrega, sin amor que se ofrece y se regala hasta la extenuación; recuerda que el cuerpo del Señor no huele a perfume ni a cremas, sino a sangre derramada, a clavos y a heridas abiertas; recuerda que el cuerpo del Señor no inspira comodidad, seguridades materiales, bienestar y confort, sino sacrificio oblativo, amor que se desvive y se vacía.
Y recuerda que comulgar es construir tu persona en la persona de Cristo; que por las calles no pasea bajo palio la magia de un Dios oculto, sino el amor de Dios que se entrega al mundo para tú te entregues al
mundo por Amor.




Esto soy yo, pan que me parto y me reparto.

Esto tenéis que ser vosotros.

Todo el mensaje de Jesús esta aquí,

todo lo que hay que saber y hay que hacer.



Celebrar la eucaristía no es una devoción.
Su objetivo no es potenciar nuestras relaciones con Dios.
Celebrar la eucaristía es comprometerme con los demás,
es aprender de Jesús, el camino de la entrega.

Si la celebración es compatible con mi egoísmo;
si sigo desentendiéndome de los que me necesitan;
mis eucaristías no son más que un rito vacío.
El pan que Jesús da nos salvará,
si al comerlo, aprendo a dejarme comer como hizo él.
Fray Marcos
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Sebastián Mora: Debemos poner encima de la mesa el destino universal de los bienes.