jueves, 14 de octubre de 2010

ORAR SIEMPRE SIN DESANIMARSE


DOMINGO 29º Tiempo ordinario (C)


Aquí tienes una semana más unos cuantos materiales que me pueden ayudar en tu oración personal o comunitaria. Me quedo ahí donde el Espíritu  me indique, aunque solo sea una Palabra, un sentimiento, un deseo... y si nada me dice lee y releo la Palabra hasta que cale tu corazón. 
Dejo que la Palabra sea en mi viva.... Todo un camino hasta dejar que JESÚS VIVA PLENAMENTE EN MI. 
Nuestro mundo necesita de testigos y sólo si he contemplado la Palabra puedo ser testigo ante el mundo de lo que he visto y oído. 
¡Buena Semana!
mlred-en

Oración Colecta

Oremos,  y pidamos el don de la perseverancia en la oración.
 
Señor Dios nuestro:
Sabemos que tú eres nuestro Padre amoroso,
que nos esperas
y que estás atento a nosotros
en cada momento de nuestras vidas.
Dígnate, pues, aceptar nuestra oración
como un grito de confianza
que surge derecho desde la pobreza de nuestros corazones.
Si tú no atiendes nuestra súplica
cuando pedimos cosas perjudiciales,
concédenos lo que realmente necesitamos
y guarda viva nuestra confianza
de que tú eres bueno y nos amas
ya que tú eres nuestro Padre
en Jesucristo nuestro Señor.


Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (17,8-13):

En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano.»
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 120,1-2.3-4.5-6.7-8

R/.
 El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.

Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3,14–4,2):

Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor


ORAR: TEORÍA Y PRÁCTICA



EL CLAMOR DE LOS QUE SUFREN
J

La parábola de la viuda y el juez sin escrúpulos es, como tantos otros, un relato abierto que puede suscitar en los oyentes diferentes resonancias. Según Lucas, es una llamada a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar que Dios hará justicia a quienes le gritan día y noche. ¿Qué resonancia puede tener hoy en nosotros este relato dramático que nos recuerda a tantas víctimas abandonadas injustamente a su suerte?
En la tradición bíblica la viuda es símbolo por excelencia de la persona que vive sola y desamparada. Esta mujer no tiene marido ni hijos que la defiendan. No cuenta con apoyos ni recomendaciones. Sólo tiene adversarios que abusan de ella, y un juez sin religión ni conciencia al que no le importa el sufrimiento de nadie.
Lo que pide la mujer no es un capricho. Sólo reclama justicia. Ésta es su protesta repetida con firmeza ante el juez: «Hazme justicia».Su petición es la de todos los oprimidos injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos: "Buscad el reino de Dios y su justicia".
Es cierto que Dios tiene la última palabra y hará justicia a quienes le gritan día y noche. Ésta es la esperanza que ha encendido en nosotros Cristo, resucitado por el Padre de una muerte injusta. Pero, mientras llega esa hora, el clamor de quienes viven gritando sin que nadie escuche su grito, no cesa.
Para una gran mayoría de la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos sólo experimentan la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso.
¿Por qué nuestra comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren injustamente y nos gritan de mil formas: "Hacednos justicia"? Si, al orar, nos encontramos de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre?
La parábola nos interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).


¿No hará justicia a sus elegidos?

       Leo las lecturas y se me quedan resonando las últimas frases del evangelio. ¿No hará justicia Dios a sus elegidos que le gritan día y noche? Pienso en las mujeres maltratadas o explotadas sexualmente, pienso en los niños a los que se les pone un fusil en las manos y se les envía a la guerra, pienso en las familias que malviven de rebuscar en los basureros de las grandes ciudades de los países pobres, pienso en los refugiados que se han visto obligados a dejar sus casas por la violencia, pienso en los condenados a muerte por la “justicia” de tantos países, pienso en los países donde los homosexuales son tratados como delincuentes, pienso en los que sufren la violencia de las pandillas callejeras, pienso en los que están metidos en el infierno de la droga, pienso en los enfermos que sufren sin siquiera los medios para paliar su dolor o la compañía que les permita superar la soledad, pienso en los que sobreviven trabajando a cambio de salarios de explotación. 


       Se me hace un nudo en la garganta. Algunas voces me dicen que la historia siempre ha sido así y siempre será, que las cosas con como son y que no las vamos a cambiar por más que lo intentemos. Pero de dentro me surge la fe en el Dios de la Vida, del Amor, de la Justicia. Tiene que haber esperanza para todos esos a los que les ha tocado la peor de esta vida. Tiene que haber justicia para ellos. Si no fuese así, Dios sería injusto. Hasta sería mejor pensar que no existe. 
Esperamos en la justicia de Dios
       La fe alienta nuestra esperanza. No puede ser de otra manera. Esperamos que Dios haga la justicia que nosotros no hemos sabido hacer. Porque cuando creemos que hacemos justicia a veces liamos más la madeja. Terminamos pensando que hacer una guerra y derrotar y humillar al enemigo es hacer justicia. Confundimos la venganza con la justicia. Saciamos nuestro deseo de revancha pero lo único que hacemos es alimentar la espiral de la violencia. Y nos vemos metidos en un laberinto en el que no sabemos encontrar la salida. Hasta que no nos queda más que pisar para no ser pisados. Lo malo es que el otro tiene exactamente la misma motivación.
       No puede ser la nuestra, pues, una esperanza en una justicia que se parezca a la de la primera lectura. No podemos ni pensar en derrotar al enemigo como lo hizo Josué: a filo de espada. Se llame Amalec o con cualquier otro nombre. Porque Jesús nos ha descubierto que todos somos hijos de Dios. En consecuencia, a poco que discurramos, nos daremos cuenta de que toda guerra es siempre una guerra civil, fratricida. La justicia de Dios no puede ser como la nuestra. Será diferente. Tendrá que ser diferente.
       
No sabemos como será exactamente la justicia de Dios. Pero con el Evangelio en la mano podemos decir que ciertamente
no estará hecha de venganza ni de odio. Es una justicia que dará a cada uno lo suyo (pero eso “suyo” no se identifica necesariamente con unos títulos de propiedad), lo que necesita para vivir en plenitud, para gozar y disfrutar de este regalo que Dios nos ha dado: la vida, el amor, la libertad, la fraternidad... Es una justicia que estará hecha de perdón y misericordia, de reconciliación. Es una justicia que cura y sana, que nos permite comenzar de nuevo y ver el mundo y a las personas con ojos limpios.
Un nuevo estilo de vivir
       Esperar en esa justicia nos hace comprometernos aquí y ahora. La justicia de Dios que esperamos nos provoca a la fe y nos hace comportarnos de una manera justa, al estilo de Dios, con los hermanos y hermanas, con nuestro mundo, con nuestra tierra. A la pregunta de Jesús al final del evangelio podemos responder que sí, que aquí estamos nosotros creyendo y viviendo la fe en el día a día, en nuestro trabajo, en nuestra familia, con los amigos, a la hora de votar en las elecciones, creando espacios de libertad y diálogo, siendo tolerantes y comprensivos, acompañando al que está sólo y abandonado, compartiendo lo que tenemos...

       La Palabra alienta nuestra fe. Como dice la segunda lectura, es la sabiduría que nos conduce a la salvación. La salvación la esperamos en el futuro. La plenitud de Dios la esperamos en el futuro. Porque Dios es nuestro futuro. Pero ya está incoada en el presente. Y cada vez que tendemos la mano al hermano, que curamos una herida, que perdonamos, que hacemos justicia, la salvación de Dios se va haciendo realidad en nuestro mundo, aquí y ahora. Esta es nuestra fe y nuestra esperanza. 
 Fernando Torres Pérez cmf

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 Hacemos un rato de silencio, para que la Palabra de Dios pueda anidar en nuestros corazones...
Animador(a):
Vamos a descubrir juntos lo que Dios nos quiere decir en este texto:
  1. ¿ Quiénes son las personas que aparecen en el texto? ¿Qué hace y qué dice el fariseo? ¿Qué hace y qué dice el cobrador de impuestos?
  2. ¿ Cómo resulta la oración del fariseo? ¿Cómo resulta la oración del cobrador de impuestos?
  3. ¿ Por qué motivos podríamos dar gracias a Dios como lo hizo el fariseo?
  4. ¿ A qué nos llama este texto, en el día de nuestra vida cristiana?

CELEBREMOS JUNTOS LA PALABRA DE DIOS

Animador(a):
Jesús condenó la autosuficiencia de los fariseos.
Monseñor Romero nos dice: ¨¡Mucho cuidado católicos! Comenzando por nosotros...No creamos que por tener alguna responsabilidad en la iglesia, somos lo mejor del cristianismo. Somos signos, pero puede ser como la campana: es signo, llama, pero se queda fuera¨. (13 de agosto 1977)
¨...Nosotros tenemos que compartir con el pueblo la conversión¨  (22 de mayo, 1977)
Conclusión:
Jesús, te pedimos la gracia de abrir nuestros ojos y nuestro corazón. Te agradecemos por lo bueno que pudimos hacer con tu ayuda. Sobre todo, te pedimos perdón por lo que no hicimos, por no tratar a cada hermano como a tí mismo...
* Nos ponemos todos de rodillas y cada uno dice en voz alta una petición que Dios le inspira ahora en su corazón...
* Podemos rezar el salmo 34 (33) versículos 2 -3, 17 - 19, y 23.
* Escuchamos en este salmo la experiencia de los humildes que no tienen otro apoyo más que El.
* compromiso
Canto Final.
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PULSO A TU MISERICORDIA
  
Señor:
demasiados interrogantes,
dudas y oscuridades;
a veces, demasiados golpes,
heridas y fracasos,
como para no protestar
y plantearte pleito.

Me enfado y quejo,
te reprocho, te increpo
y levanto la voz,
te acuso de ambiguo y tramposo
y me enfrento a ti sin autocensura,
mantengo el pleito.

Y Tú, no te incomodas
ni te impacientas,
ni rompes los lazos de seducción y amor
que un día forjaste;
toleras nuestras impertinencias
aunque se repitan.

Pero no sé si te ríes
o eres todo misericordia
rompiendo nuestros esquemas.

Quizá te agrade nuestra libertad,
frescura y rebeldía,
y temas más el silencio
y la incomunicación de tus hijos
que nuestros cuestionamientos
y salidas de tono.

Sabes que este pulso sucede,
aunque no lo parezca,
en nuestro huerto y bodega;
y que es reflejo de nuestra trayectoria vital
que se asemeja a un arco de tiro
que, al tensarse, une los dos extremos
con los que juega y se manifiesta.

Cuanto más nos tensamos,
más juntos están en nosotros
la rebeldía y la confianza,
la protesta y la obediencia,
el grito y el abrazo,
el no y el amén;
y más veloz sale la flecha
con los anhelos más cálidos y vivos,
dejando las cañadas oscuras,
hacia la tierra prometida
y el regazo de quien le da acogida.

Y después de tantas quejas y protestas,
o en medio de ellas,
la única respuesta que descubrimos
está ya tatuada en la historia
y en la Buena Noticia:
Si tenéis fe,
¡cómo no voy a hacer justicia!
   
Florentino Ulibarri



La plenitud de la justicia está en la entrega absoluta y total.
Esto no tiene nada que ver con nuestra justicia.
La mayor de las injusticias sufrida desde esta perspectiva,
es compatible con la plenitud humana más absoluta.

Jesús en la cruz, llegó a la plenitud humana
porque se identificó totalmente con Dios.
Ahí está su máxima gloria.
Ese es el camino que él ha marcado para todo ser humano.
Darse totalmente es la meta más alta que puede alcanzar el hombre.

Nuestra justicia está siempre mezclada con la venganza.
Mi plenitud no está en la derrota del enemigo
sino en dejarme derrotar por mantenerme en el amor.
Esto es el evangelio. ¿Quién se lo cree?
F. Marcos



M. Celeste nos dice:

Por su sola misericordia VIVE DE AMOR. Todo o que vive es amor. Da lo mismo que recibe de Dios. Respira aquel suavísimo aliento que le es espirado. No hay fatiga, no hay perturbación alguna de ninguna parte. TODO ES AMOR. 'SU CORAZÓN Y SU CARNE SE ALEGRAN EN EL DIOS VIVO'.
Salmo 83, 3 
  1. Celeste Gr. p.77
Para llegar a vivir solo de amor necesitamos tener el corazón desprendido de todo lo que no es Dios y disponible. ¡Estamos en camino!
mlred-en



Bendición
Hermanos: Esta eucaristía nos ha recordado fuertemente que una oración perseverante y confiada debe ser necesariamente una oración de sensibilidad y preocupación por los débiles y por los pobres, y que esa preocupación debe expresarse administrándoles justicia.
Que el Señor nos dé esa fuerza y nos bendiga.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.


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Gracias Padre por el Pan y la Palabra;
al despedirnos te pedimos que Jesús sea para nosotros
la única Palabra, el único Pan.
Por el mismo Jesús, tu hijo, nuestro Señor.