domingo, 19 de diciembre de 2010

ALCÁNZAME ESTE DON









ORACIÓN

Pidamos a Dios que nos dé un lugar cálido para su Hijo en nuestros corazones y en nuestras vidas.
Padre de nuestro Señor Jesucristo:
Danos el don de que tu Hijo renazca en nosotros
como la fuente de nuestra vida y de nuestra esperanza.
Que él nos alce de nuestra tristeza y desaliento
y nos traiga su luz.
Que nos dé la gracia de ser justos,
dignos de confianza, y gente de paz.
Que venga él a todas las naciones,
a cada hogar y a cada corazón,
para que juntos con él te demos gloria y alabanza
a ti,
nuestro Dios en las alturas,
ahora y por los siglos de los siglos.
Amen.




PRIMERA LECTURA



Lectura del libro de Isaías 7, 10-14.
En aquél tiempo, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros.»


SALMO RESPONSORIAL. Salmo 23.



Antífona:
Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.




SEGUNDA LECTURA.

 

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 1, 1-7.
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.


EVANGELIO.



Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 1, 18-24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.


Comentarios a la Palabra:

Emmanuel significa

"Dios con nosotros"

El evangelio de san Mateo ha condensado artísticamente en cinco escenas algunos pasos de la infancia de Jesús, que son las estampas o cuadros típicos de la Navidad.  Fue un gran acierto del evangelista, como demuestra la pervivencia de esas cinco viñetas a lo largo de veinte siglos tanto en la inspiración de los artistas como en la facilidad con que pueden representarlas los niños.
Cada escena concluye con un texto del Antiguo Testamento en el cual se intuye una anticipación de los pasos de la infancia de Jesús.  Una anticipación no es una profecía de cuyo cumplimiento sea garante el evangelio.  Son más bien palabras que algo tienen que ver con lo sucedido a Jesús.  Nos dan un trasfondo de espera o de promesa, una orientación que, en circunstancias históricas distintas, llega hasta Jesús.
No hay, pues, equivalencia entre la profecía del libro de Isaías que escuchamos en primer lugar y el relato del nacimiento de Jesús en el evangelio.  El texto de Isaías refleja la situación de la ciudad de Jerusalén sitiada por el rey de Siria coaligado con el rey de Samaría, Pécaj, al que Isaías llama despectivamente “el hijo de Romelía”. El rey de Judá, Acaz, está muerto de miedo, más aún que los habitantes de Jerusalén.
Temblaban más que las ramas del bosque agitadas por el viento”. Isaías le invita a confiar en la promesa de continuidad de la dinastía de David. Y reta al rey cobarde: “Atrévete a pedir una señal”. El rey no se atreve, ya que piensa que todo está perdido.
El oráculo del profeta habla del hijo que espera una joven en edad casadera, pero que aún no ha tenido su primer hijo. Antes de que el niño llegue al uso de razón, la guerra habrá acabado y el niño se encontrará con un mundo en paz. El significado propio del término que en nuestras biblias, por influjo de la antigua traducción griega de los Setenta, se traduce por “virgen”, quizá alude a la madre del hijo de Acaz, Sedecías, o también a toda joven madre que, como sucede en tiempos de guerra y escasez, teme que el hijo que espera se encuentre con un mundo violento y empobrecido. El oráculo de Isaías es en términos concretos una invitación a seguir confiando en el futuro.
El evangelio adapta ese oráculo al nacimiento de Jesús, pero sin llegar a donde llegaría luego la leyenda mariana. Al evangelista le importaba demostrar que Jesús cumplió la primera condición del Mesías esperado por el pueblo de Israel: su pertenencia a la dinastía de David. Esa pertenencia la asegura – mira por dónde – el esposo de María, cuya genealogía demuestra, según una lista amañada al caso, que efectivamente pertenecía a la línea dinástica de los reyes de Judá. Para quienes dan valor a las genealogías, el argumento vale. De hecho los cristianos que oyen este evangelio piensan en otra cosa. Como el texto del libro de Isaías es un marco de referencia, a nadie se le impide escuchar múltiples resonancias. Pero ojalá se tradujera más exactamente el mensaje del ángel, que sonaría así: “José, no tengas reparo en casarte con María, porque, si bien la criatura que ella espera viene de un Espíritu Santo (y por eso se comprende que tú pienses en quitarte de en medio), tienes que ser tú quien le ponga nombre al Niño para que reciba los derechos dinásticos de David”.
Por mucho que hayan avanzado nuestros conocimientos de genética, en toda concepción lograda hay algo de misterioso.  Tiene que darse una conjunción tal de coincidencias que casi podemos considerarnos todos nacidos por azar, esto es, casi de milagro.  En el caso de personas que posteriormente destacarán de forma extraordinaria por sus dotes artísticas o por su personalidad sobre lo normal, buscaremos por instinto algo prodigioso en su mismo nacimiento.
En el caso de Jesús, hijo de David pero sobre todo Hijo de Dios, el prodigio se eleva al grado máximo.  Para los primeros cristianos, destinatarios del evangelio, Jesús era vivido ante todo como “constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte, Jesucristo, nuestro Señor”.   Lo recuerda el prólogo de la carta a los Romanos que leemos hoy en segundo lugar.  La manifestación plena de Jesús tiene lugar a partir de la Resurrección.  También los evangelistas escribieron a partir de la Resurrección, hacia atrás, hacia la aparición pública de Jesús en el entorno del Bautista (San Marcos) o hasta su mismo nacimiento (San Mateo y San Lucas).  El Niño que espera la Virgen María, el que nace en Belén, lo contemplamos nosotros envuelto ya en el resplandor de su Resurrección, en la gloria de su Divinidad.
Es provechoso no saltarse estos detalles de lectura de los textos, aunque parezca que estos evangelios hablan por sí solos.  Una y mil veces los escucharemos con pasmo y con agrado.  Pero es bueno saber de qué va, en qué pensaba quien los redactó y qué pudieron entender los primeros destinatarios.
Un año más los volvemos a narrar.  Y, si alguien se limita exclusivamente a contar de nuevo la historia, el texto cumplirá su cometido.  Es nuestro deber principal, sobre todo si no queremos meternos en complicaciones.  Cuando en naciones católicas como España e Italia asoman reservas sobre el despliegue de Belenes en las escuelas o en las plazas de los pueblos, por no molestar a los de otras creencias, nuestro primer deber es seguir narrando y representando estas escenas de encanto y sabor acrisoladoQuienes se resisten están en la línea del rey al que el profeta Isaías reprochaba no solamente volverse de espaldas a Dios, sino además dar la vara a los ciudadanos.
¿Qué mejor regalo podemos ofrecer los cristianos como muestra de nuestra fe?  ¿Qué regalo mejor que una invitación al amor y a la paz que todos comprenden?  ¿A quién puede sentar mal una fiesta en la que se brinda a todos el amor que nace de la Gruta y que se canta en villancicos de paz para el mundo entero, el mundo que Dios ama?




Publicado por DABAR


Dice mi marido, desde la experiencia, que la paternidad del padre sigue siendo la gran olvidada. Hasta la publicidad, fiel receptora de la realidad social, sólo habla de la mamá para recordar las necesidades del bebé. Si esto sucede en estos tiempos de igualdad y modernidad, no puedo evitar preguntarme: ¿cómo vivió José su paternidad?
Sin haber pedido una señal del Señor, sin ni tan siquiera haberlo soñado nunca, “el Señor, por su cuenta” los eligió como portadores de la señal definitiva de su amor por los hombres y en ellos sucedió el misterio. Por la infinita misericordia de Dios llevaban en sus corazones un tesoro muy grande, saber que Dios nos ama hasta tal punto que se desviste de su divinidad para dejarse envolver en pañales y asumir la condición humana, para ser Palabra entendible. Y ello sin que sintieran nunca la tentación del ego, la necesidad de apuntarse el tanto, el pensamiento de: “ha sido gracias a mí”. ¡Cuán distintos de nosotros era esta entrañable pareja de Nazaret!
¿Tuvieron María y José la tentación de ocultar esa señal, la tentación de querer ser como los demás, de abandonar el camino tomado, de dejar a un lado la maravilla que eran por la gracia de Dios, para ocultar y ocultarse lo que Dios había hecho en ellos para aparentar normalidad? Siento que no. Cuántas veces nos ocultamos, no solo nuestra fe, que es la primero que camuflamos porque no corren buenos tiempos para la imagen de la Iglesia, sino que nos avergonzamos también de otras cosas: de nosotros mismos, de los caminos que tomamos, de las decisiones y opciones (de donar dinero, de ser ecológicos, de nuestro entender la paternidad, de cambiar de vida para ser más fieles a quienes somos,…). Nos ocultamos porque sabemos que nos van a juzgar. Y en ese ocultar nuestro ser diferente damos poder al mal, al pensamiento único, al sálvese quien pueda. Y la sal se vuelve sosa, la levadura se vuelve inútil y la mostaza no es capaz de dar sabor. Porque no somos capaces de manifestar nuestra identidad profunda, las opciones en las que somos germen del Reino, en las que ponemos al prójimo por encima de nosotros y nuestra comodidad o egoísmo (la naturaleza, el destino universal de los bienes, los hijos). Y así volvemos invisible a Dios aunque experimentemos que de vez en cuando se encarna en nosotros como realidad transformadora.

Es curioso, cuando somos capaces como María y José de decir sí a Dios,
sí a acoger en nuestras vasijas de barro su tesoro de vida,
sí a asumir opciones comprometidas,
sí a lo que somos porque él nos ha hecho,
lo cual es algo que no pasa muy a menudo, nos asalta un nuevo reto: comunicarlo sin miedo a los juicios de los demás, no temer ser diferentes, mostrar que llevamos un tesoro entre manos y no algo de lo que avergonzarnos y ocultar, y es que quizás, más de lo que creemos, seguimos viviendo en las catacumbas, no nos jugamos la vida pero sí la etiqueta de ser diferentes y eso pesa en seres sociales por naturaleza.

Escuchemos hoy con fuerza la palabra silenciosa de José. José que como bien explica en su exégesis (leedla porque no tiene desperdicio) no se alejó de María por miedo a lo que pensarían los demás si se casaba con una mujer ya embarazada, sino porque se sentía indigno de convivir con María. “José tenía miedo a la cercanía de Dios, a la manifestación de Dios en María. Ante la cercanía de Dios, el justo, consciente de su indignidad y pecado, se alejaba”. José no temía a los hombres y sus juicios, sino a no ser digno del tesoro que Dios le ponía entre manos. No temas José, Dios quiere que tú acompañes a Jesús en su camino, que asumas la tarea de padre, tú has sido elegido para la mayor cercanía con Dios, tú vas a poder acariciarlo y abrazarlo, no temas, está bien así, Yahvé así lo quiere. “Confrontado con el misterio de Dios entre nosotros, José lo acoge aun a riesgo de su propia vida.” ¡Cuán diferente de nosotros! ¡Cuánto tenemos que aprender de él!
ELENA GASCÓN
elena@dabar.net

EXÉGESIS

PRIMERA LECTURA

• Contexto histórico literario -Estos versos de las 'Memorias de Isaías' explican la actividad del profeta en la guerra siro-efraimftica (7,1-9,6). Se abren con un cuadro guerrero y se cierran con otro de paz. ¿Qué ha ocurrido en el entreacto?
-Corren los años 734/733 a.C.; Rasín, rey de Siria, Pecaj, usurpador del trono de Israel, y otros monarcas forman la gran coalición, denominada siro-efraimítica, para combatir a Tiglat-Pileser 111, el coloso surgido en Asiría y que amenaza con someter a vasallaje a los pequeños reinos (cfr. 2 Re 16, 5-9). Acaz, rey de Judá, no quiere entrar en la coalición; prefiere el sometimiento al rey asirio y obtener así su protección. Los aliados tratan de forzarle y, así se dirigen hacia Jerusalén en son de guerra. Ante el peligro inminente, el rey Acaz inspecciona el canal que trae las aguas a la ciudad.
-En su relato de vocación se anunciaba a Isaías que su mensaje no sería aceptado: '... oíd con vuestros oídos, sin entender; mirad con vuestros ojos, sin comprender. Embota el corazón de ese pueblo...' (6,9s); ahora, en el encuentro con su monarca, puede comprobarlo. Es muy humano que Acaz confíe en Asiría, pero equivale a desconfiar de las promesas hechas por Dios a la casa davídica (2 Sm 7,16) y a aceptar los dioses asirios. Sólo la fe en la palabra divina que le sale al encuentro por medio de Isaías, y no los planes humanos, podrán salvar al rey y a su pueblo (v 9b).


Texto -Dios anuncia el fracaso de la coalición: 'no se cumplirá ni sucederá...', 'no temas, no te acobardes...', pero Acaz no se lo cree, Isaías sale de nuevo a su encuentro y le invita a elegir un signo cualquiera (v 1 l), garantía de que las promesas y amenazas divinas siempre se cumplen. El rey, astuto político, no quiere llevar la contraria a los partidarios del profeta y a todos los que desean aliarse con Asiría; por eso afirma: 'no quiero tentar a Dios' (v 12; cfr. Dt 6,16...). Bajo esta respuesta piadosa del rey se esconde su incredulidad, apartándose de su Dios (cfr. 'tu Dios' del v. 11 se cambia en 'mi Dios' del v. 13).
-Ante la falta de riesgo y coraje del monarca, el Señor, por su cuenta, va a dar una señal (vs. 14ss). A la falta de fe de Acaz se le contrapone esta esperanza enigmática, muy difícil de interpretar, como se ve en la historia de la exégesis. Por contexto, el acontecimiento es tan inminente que ya se narra su nacimiento en el cap. 9: la joven encinta no es una virgen, como traducen algunas versiones, sino una mujer (¿la de Acaz? ¿la de Isaías?) en estado núbil, sea o no virgen (significado del lexema hebreo ,alma'); el hijo que va a nacer se refiere a ¿Ezequías, hijo del rey Acaz? ¿a un hijo de Isaías?... El peligro de la coalición desaparece con tal rapidez que la madre puede poner al niño el nombre de Emmanuel (Dios con nosotros) en acción de gracias por haber sido salvado y poder, así, continuar la línea dinástica.


Reflexiones -Dado que el redactor unió estrechamente esta sección (7,1-9,6) con lo que sigue, podemos deducir que ningún ser humano puede llevar a cabo esta esperanza de salvación, tal como se describe. El niño que se anuncia se refiere al personaje descrito en ls 11, 1-9 y que sólo puede ser Jesús de Nazaret. Mateo ha visto en Él el cumplimiento de esa profecía (1,20-23).
-El rey Acaz nada entre dos aguas. Lutero, en su comentario, acusa a este rey de hipócrita: 'así son los hipócritas: cuando no es necesario son muy religiosos, pero cuando deben ser humildes son muy soberbios. Sin embargo, cuando Dios ordena asumir un riesgo, uno debe arriesgarse; pues obedecer a la palabra no es tentar a Dios'. Los cristianos ¿nos arriesgamos en creer en la Palabra, en este Jesús que esperamos durante el Adviento?


SEGUNDA LECTURA

En el saludo de Romanos encontramos, entre otras cosas, una síntesis cristológica muy importante.
Pablo menciona de pasada, en su presentación personal, el tema de la carta: el Evangelio. A este propósito hace algunas importantes afirmaciones sobre la figura del Hijo, Jesucristo, contenido central del mensaje.

Para ello utiliza material anterior que aparece en los vv. 3 y 4 principalmente. Es muy probable que sea de una confesión de fe u otro fragmento litúrgico primitivo. Lo cual indica que Pablo no es el “inventor” de esta forma de considerar y de creer en Cristo, sino que, antes de él, ya existían fórmulas que hablan del Señor con toda profundidad.

El Hijo es presentado en dos series de frases bien diferenciadas : el v. 3 habla de Jesús en cuanto hombre, “nacido de la estirpe de David” y el v. 4 en cuanto Hijo de Dios. Muy en la línea del Nuevo Testamento no se pretende explicar lo inexplicable ni conciliar afirmaciones opuestas, sino que se hacen afirmaciones paralelas sobre la humanidad y la divinidad de Jesucristo. Es un modelo que podemos imitar cuando queremos hablar del Señor, sin olvidar ninguno de los dos aspectos.

Sólo es preciso saber que, dado que se trata de formulaciones muy antiguas y no del todo elaboradas, alguna de ellas puede resultar imperfecta. Sería mucho pedir que en los poco más de 25 años que separan la Carta a los Romanos de los acontecimientos pascuales ya se hubiera alcanzado la perfección y equilibrio de las formulaciones posteriores. Para ello hubieron de pasar varios siglos y no pocas polémicas y controversias.

Ateniéndonos al texto paulino/prepaulino original - la traducción litúrgica evita problemas con una cierta interpretación del mismo, como en otras ocasiones -, es preciso observar que la fórmula “ fué constituido (Jesucristo) Hijo de Dios por la resurrección” puede ciertamente mejorarse y eliminar el cierto regusto adopcionista que tiene. Con todo la Resurrección, mencionada aquí junto con la muerte, es el elemento esencial para la comprensión de Jesús.

En los vv. 5 y 6 Pablo personaliza el evangelio en lo referente a él mismo, hablando de su misión. Y el v. 7 es la conclusión del saludo.
FEDERICO PASTOR
ederico@dabar.net




ANUNCIAR AL JESÚS DE LOS POBRES
Por Pedro Juan Díaz
1.- En este cuarto domingo de adviento queremos tener muy presentes en esta Mesa a los que siempre deben estar presentes, aunque no siempre sea así. De nuevo en Navidad nos acordamos de los más necesitados, pero ¿por qué sólo en Navidad? Aunque también, como dice el refrán, “menos da una piedra”. En la parroquia, durante todo el adviento, estamos haciendo “campaña” a favor de los más pobres, y los visualizamos en dos realidades que nos son cercanas: Caritas interparroquial de Elche y los niños de la Casita de Reposo, de la obra social diocesana San José Obrero. Y, como siempre, queremos buscar luz en la Palabra de Dios, para que nuestra acción hunda sus raíces en el Evangelio. Y el Evangelio nos sigue hablando de esperanza.
2.- Es la tónica de todo el adviento, pero es una esperanza justificada. Hoy más que nunca, frente a tanta crisis y tantas necesidades, queremos apostar desde la fe por la esperanza. La esperanza para el pueblo de Israel en una situación difícil, como cuenta la primera lectura, fueron las palabras del profeta Isaías. Hay una señal de esperanza: “la virgen está encinta y da a luz un hijo… Dios-con-nosotros”. Dios le dice al rey Acaz que pida la señal, ante la amenaza de destrucción que sufre su pueblo. Dios les da la señal para que comprendan que no los abandona, que está con ellos, que les va a salvar, que es el “Dios-con-nosotros”.
3.- Y esa señal y esa profecía se cumplen en Jesús. “Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta… la virgen concebirá y dará a luz un hijo… Dios-con nosotros”. Esa es la gran señal de esperanza para el mundo y para los pobres. La profecía de Isaías se cumple. Dios cumple sus promesas en Jesús, con la colaboración de María y de José, y con la acción del Espíritu Santo. Estos son los protagonistas del Evangelio de hoy. Así nos lo cuenta Mateo, resaltando que Jesús es el Mesías anunciado y esperado. Esta gran señal de esperanza es un gran anuncio que, como cristianos, estamos llamados a propagar por todas partes. En lo más profundo de nuestra vocación está la misión de anunciar el Evangelio, que no es otra cosa que Jesús, “nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios”. Así se lo explica Pablo en la segunda lectura a los Romanos. El Evangelio que anunciamos es Jesús. Nuestra salvación viene por la adhesión a su persona. Y el mensaje es para todos, judíos y gentiles, hombres y mujeres, niños y adultos, pero también de una manera especial es mensaje de esperanza y buena noticia para los más pobres, porque ellos son los “preferidos” de Dios.
4.- Si hay alguien que necesita signos de esperanza en su vida, estos son los que Cáritas está ayudando cada día a sobrevivir; y también de manera especial los más pequeños, los niños, los desprotegidos, los desamparados, aquellos a los que la Iglesia acoge y ayuda a través de la obra social diocesana San José Obrero, tanto en la Casita de Reposo, como en el colegio de Orihuela. En ellos ponemos hoy nuestra mirada. A ellos va dirigida nuestra campaña en esta Navidad. Pero no podemos conformarnos con eso. Somos cristianos y tenemos la tarea de anunciar al Jesús de los pobres, al Jesús de los más pequeños, a ese que vino a nacer entre nosotros de la manera más sorprendente, en lo pequeño e inesperado, en lo sencillo y pobre de un pesebre en Belén, un pueblecito insignificante. No podemos dejar de anunciar en Evangelio con nuestras palabras, pero fundamentalmente con nuestros hechos, a los más necesitados de esas palabras, pero fundamentalmente de esos hechos, de gestos como este que hacemos en la campaña de navidad parroquial, pero que no se pueden quedar sólo aquí, porque la vida sigue, porque las necesidades siguen, porque las personas, especialmente los más pobres, siguen necesitando signos de esperanza por nuestra parte. Porque si no se los damos nosotros, nadie se los dará. Porque si nosotros no les anunciamos a Jesús con nuestras palabras, pero fundamentalmente con nuestros gestos y acciones, nadie lo hará. María y José dicen SI a Dios y se ponen en acción para colaborar con su proyecto. Nuestra respuesta quiere ser la misma. Ellos son dos modelos que hoy nos ofrece la Palabra de Dios. Ellos, y nosotros, son y somos esperanza para los más pobres.
5.- Dios viene a nacer en nuestras vidas en el rostro de los más pobres. Al sentarnos a la Mesa de la Eucaristía, hay muchos ausentes y que pasan por dificultades, y no podemos conformarnos con sentarnos sin más. Nuestra preocupación por ellos ha de continuar, porque la Eucaristía no se puede vivir separada de la Caridad. La Eucaristía nos envía permanentemente a los caminos de nuestra sociedad para invitar a todos a la Mesa del Señor, que es la Mesa de la esperanza. No podemos desconfiar ni desfallecer, porque tenemos la certeza de que “lo que nos ha dicho el Señor se cumplirá”. Proclamemos nuestra fe en el Dios que nos convoca a la Mesa y nos envía después a compartirla con los más pobres.


LA HOMILÍA MÁS JOVEN


SUEÑOS, ENSUEÑOS, RIESGOS, VALENTIA… FELICIDAD


Por Pedrojosé Ynaraja
1.- Para que entendáis el contexto del episodio contado en el evangelio de este domingo, mis queridos jóvenes lectores, es preciso conozcáis las costumbres de aquella cultura. (Os advierto que aun hoy, en algunos pueblos siguen vigentes normas semejantes y las estadísticas dicen que el numero de fracasos matrimoniales es inferior al de los que se rigen por las que nos son más comunes. Y no se trata de países tercermundistas, en el Japón también se siguen criterios de estos). Otra advertencia, tema del que ya os he hablado en otras ocasiones. En aquella, como en otras culturas, incluso contemporáneas, no existe la etapa que llamamos adolescencia, tanto en el aspecto biológico como en el espiritual. De la segunda infancia se pasa directamente a la juventud, sin la incómoda “edad del pavo”.
2.- La familia se iniciaba con el matrimonio y a este se llegaba del siguiente modo. Iniciada la pubertad femenina, los padres de la joven se preocupaban de encontrarle un buen marido, exactamente como ahora buscan para los hijos buenos colegios, buenas colonias de vacaciones o buenos clubs deportivos. Hablaban entre ellos, procuraban que hubiera afinidad y posibilidades de convivencia. Un día, puestos de acuerdo, se realizaba el encuentro formal y legal (se supone que ya se conocían ellos, por ser de la misma tribu o vecinos de la misma población). En sencilla ceremonia, la pareja se comprometía en matrimonio. Sabían mucho mejor que la mayoría de los nuestros, lo que suponía este estado de vida. Los ejemplos de las matriarcas, la historia de Ana, madre de Samuel, la leyenda de Judit, la fidelidad de Rut, la Moabita, y muchas otras mujeres que en la sinagoga les contaban, eran buenas enseñanzas. También el precioso poema del Cantar, les introducía en el encanto del enamoramiento con sus contenidos eróticos y sentimentales. Continuando viviendo en el domicilio familiar, iban preparando el ajuar, el domicilio, los enseres, mientras tratándose, crecía el aprecio. Trabajar juntos en un mismo proyecto, crea estrechas y profundas uniones personales. Este periodo de transición, podía durar algunos meses, se supone que nunca superaba el año.
3.- Durante este tiempo… María un día recibió de parte de Dios una confidencia que le ofrecía un privilegio, pero que alteraba sus planes de futuro. Se arriesgó y aceptó. De momento nada turbaría la convivencia. Al poco, la visita a Isabel le permitiría compartir misterios divinos e ilusiones, sin que ninguna mirada la inquietase. Llegó la hora de partir y volver a Nazaret. Los signos del embarazo ya no los podía ocultar, eran evidentes. Patentes para José, que primero se extrañaría, después, recapacitando, se enojaría, mas tarde turbaría la visión y relación que mantenía con su esposa. No podía ignorar lo que en ella veía y debía ser consecuente con ello. Tenía dos soluciones, la más legal y trágica era la denuncia, que acarreaba la sentencia de muerte por lapidación. Siendo norma vigente, no obstante, parece que por lo común, no se acudía a ella, pero recuérdese el episodio de Jesús que nos cuenta el evangelio de Juan (8,3). El otro recurso era el abandono legal. Redactado un documento de repudio, quedaban ambos libres de compromisos personales. Era una salida discreta, pero no por ello menos dolorosa. Suponía prescindir de proyectos y amores iniciales.
4.- Os voy a poner un ejemplo actual. Tal vez a alguno de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, os ha ocurrido que en los inicios de un enamoramiento, siendo jóvenes e idealistas, empezando a descubrir el goce del amor y sus misterios, un amor casi oculto, ha resultado que una de las familias debe trasladarse a vivir a un lugar lejano e incomunicado. La situación, la distancia que les separará, exige romper los vínculos sentimentales y se siente el corazón sangrar. La posibilidad de que en el futuro pueda encontrase a otro u otra con quien iniciar nuevo enamoramiento, no consuelan, no disminuye el dolor. Todavía no había regalos ni siquiera promesas, no obstante, la frustración duele. Algo así sentiría José. Que era un buen hombre y, evidentemente, escogió aquello que supusiese menor dolor para su amada. Para Dios esta decisión fue suficiente. Acordaos de Abraham y su disposición a ser fiel a lo que el Señor le pedía, algo semejante fue lo de José.
5.- Dios es comunicativo, no es reservado, como se estila lo sean tantos de entre vosotros hoy en día. Confía en José y se confía a José. Lo que le sucede a María es cosa divina, le dice, nacerá un hijo que debe aceptar y reconocer como fruto familiar, y añade la confidencia: desea que su nombre sea Jesús. La palabra decimos que significa salvador, y no seré yo quien lo niegue, pero tal vez os guste más si os digo vocablos equivalentes: rescatador, socorrista. La paz inundó todo su ser, recibió en el hogar que había preparado a su esposa e intercambiaron experiencias espirituales íntimas, conservando la virginidad. ¿Os imagináis el abrazo y las miradas que se cruzarían, cuando se confiaron que a los dos les había manifestado el Señor, su deseo de que le pusieran a la criatura el mismo nombre?
De la fiesta de la boda, no nos dice nada el evangelio, pero eso no indica que no le explicaran a su hijo la ilusión con que celebraron ese día. La asistencia a la boda en Caná y las referencias que hace el Maestro en su predicación, indican que sus padres le habían hablado entusiasmados de ello. Por cierto, a vosotros, mis queridos jóvenes lectores ¿Os han hablado vuestros padres de su noviazgo y de su boda?



M.Celeste nos dice hoy:


Madre del amor,
Tú que amaste a Jesús como un tesoro,
hasta el punto de que si por ser Madre de Dios
hubieras tenido que perder la pureza, 
no te hubiera importado privarte 
de la dignidad de ser Madre del Verbo ,
alcánzame este don, Madre de pureza.
María Celeste Crostarosa
Meditaciones de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua.







Aquí páginas para profundizar o encontrar los enlaces de los comentarios. Gracias a todos los que las hacen posibles:

http://www.redentoristas.org/

http://www.acogerycompartir.org/Palabra/2010/1219.html
http://caminomisionero.blogspot.com/