domingo, 22 de julio de 2012

ORACIÓN ¿ME PODRÍAS AYUDAR?



ESTAMOS DE VACACIONES Y HACEMOS UN ALTO EN EL CAMINO. ALGUIEN  ME ENVIÓ ESTE TEXTO. EN ESTE MOMENTO NO PUEDO ACCEDER A LOS TEXTOS DE LA EUCARISTÍA. NUESTRA ORACIÓN SE VA A CENTRAR EN LA CONTEMPLACIÓN DEL EVANGELIO DE MARCOS 1, 29-39:


Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.

Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.


De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan.» Él les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.» Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.



Hago silencio y dejo que la Palabra hable en mí o calle. Viviré la experiencia en silencio y con el corazón agradecido anunciaré en silencio o a plena voz esa Palabra que se ha actuado y hecho carne en mi corazón.


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REFLEXIÓN
Hace unos años un joven profesional circulaba por una calle de Harlem. Iba orgulloso en su flamante Mercedes recién estrenado. De repente vio un niño entre dos coches. Y cuando pasaba a su lado un ladrillo se estrelló contra la puerta de su nuevo coche.
Dio un frenazo y salió furioso. Cogió al niño y comenzó a gritarle todo tipo de amenazas.
Perdone, señor, decía el niño, no sabía qué hacer y le tiré el ladrillo porque nadie paraba. El niño lloraba desconsoladamente mientras señalaba el suelo. Es mi hermano, se ha caído de la silla de ruedas y no lo puedo levantar. ¿Me podría ayudar? El joven lo levantó y lo sentó en su silla de ruedas.
El ejecutivo montó en su Mercedes y nunca lo arregló. El impacto del ladrillo le recordaría siempre a no viajar tan rápido y a que le tuvieran que tirar un ladrillo para prestar ayuda al caído en el camino de la vida.
¿Cuántos ladrillos nos tienen que tirar a nosotros para frenar nuestro ritmo y ver a los hermanos caídos?
Nosotros no nos queremos manchar las manos. No queremos denunciar el mal. No queremos correr riesgos y seguimos hacia adelante.
Aquel joven, ese día, recibió la pedrada no en el coche, sino en el corazón y lloró con el niño y sanó una vida humana con un sencillo gesto.
El evangelio de Marcos es el evangelio de las piedras que lanzan a Jesús los necesitados. Jesús frena, se detiene y levanta a los caídos.
Marcos nos narra un día cualquiera de la vida de Jesús, un sábado cualquiera.
Por la mañana en la casa de oración: proclama la palabra, enseña con autoridad y actúa con poder expulsando un espíritu malo.
A mediodía: de la casa de oración a la casa de Simón. Curación y comida. Al atardecer: servicio de sanación.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se fue a un lugar solitario y se puso a orar.
Así serían la mayoría de los días de Jesús. (No sé la procedencia de este texto. Me ha llegado por internet)





http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/T-O/05b/HO-3.htm