jueves, 19 de agosto de 2010

JESUCRISTO ES UNA PUERTA SIEMPRE ABIERTA PERO NO TODO VA. SALVACIÓN ES VIDA CON DIOS.




 Domingo 22 de agosto de 2010
 21º domingo de tiempo ordinario

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Is 66, 18-21: De todos los países traerán a todos sus hermanos       



Así dice el Señor: «Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mí gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén -dice el Señor-, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas» -dice el Señor-.
Salmo 116: Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio 

        Alabad al Señor, todas las naciones,
Aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,





su fidelidad dura por siempre.

Heb 12, 5-7.11-13: El Señor reprende a los que ama 
Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos.» Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.

               Lc 13, 22-30: Muchos intentarán entrar y no podrán

 
                     
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. 
Uno le preguntó: - Señor, ¿serán pocos los que se salven? 
Jesús les dijo: - Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo. «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois». Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas». Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados». 
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. 
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos. 
Jesús continua su viaje a Jerusalén hacia la cruz, pasando por pueblos y aldeas en los que enseñaba. En este contexto uno pregunta a Jesús: Señor, ¿son pocos aquellos que se salvaran? La pregunta como se ve, apunta al número: ¿Cuántos vamos a salvarnos, pocos o muchos? La respuesta de Jesús traslada la atención del "cuántos" al " Cómo" nos salvamos.
Es la misma actitud que notamos a propósito de la parusía: los discípulos preguntan "cuando" se producirá el retorno del Hijo del hombre y Jesús responde indicando "cómo" prepararse para ese retorno, qué hacer durante la espera (Mt 24,3-4). Esta forma de actuar de Jesús no es extraña ni poco cortés; es la forma de actuar de alguien que quiere educar a los discípulos y pasar del plano de la curiosidad al de la sabiduría, de las preguntas ociosas que apasionan a la gente a los verdaderos problemas que sirven para el Reino. Entonces Jesús aprovecha la oportunidad, en este evangelio, para instruir a los discípulos sobre los requisitos de la salvación. La cosa nos interesa naturalmente en sumo grado también a nosotros, discípulos de hoy que estamos frente al mismo problema. Pues bien, ¿qué dice Jesús respecto del modo de salvarnos? Dos cosas: una negativa, una positiva; primero, lo que no sirve y no basta, después lo que sí sirve para salvarse. No sirve, o en todo caso no basta, para salvarse el hecho de pertenecer a determinado pueblo, a determinada raza o tradición, institución, aunque fuera el pueblo elegido del que proviene el Salvador: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas... No sé de donde son ustedes" en el relato de Lucas, es evidente que los que hablan y reivindican privilegios son los judíos; en el relato de Mateo, el panorama se amplía: estamos ahora en un contexto de Iglesia; aquí oímos a cristianos que presentan el mismo tipo de pretensiones: " Profetizamos en tu nombre (o sea en el nombre de Jesús), hicimos milagros... pero la respuesta de Señor es la misma: ¡ no los conozco, apártense de mí! (Mt 7, 22-23). Por lo tanto, para salvarse no basta ni siquiera el simple hecho de haber conocido a Jesús y pertenecer a la Iglesia; hace falta otra cosa.
Justamente esta "otra cosa" es la que Jesús pretende revelar con las palabras sobre la "puerta estrecha". Estamos en la respuesta positiva, en lo que verdaderamente asegura la salvación. Lo que pone en el camino de la salvación no es un título de propiedad (no hay títulos de propiedad para un don como es la salvación), sino una decisión personal. Esto es más claro todavía en el texto de Mateo que contrapone dos caminos y dos puertas - una estrecha y otra ancha - que conducen respectivamente una al vida y una a la muerte: esta imagen de los dos caminos Jesús la toma de (Deut 30,15ss) y de los profetas (Jer 21,8); fue para los primeros cristianos,una especie de código moral . Hay dos caminos - leemos en la Didaché - uno de la vida y otro de la muerte; pero la diferencia entre los dos caminos es grande. Al camino de la vida le corresponden el amor a Dios y al prójimo, el bendecir a quien maldice, el mantenerse alejado de los deseos carnales, perdonar a quien te ofende, ser sincero, pobre; en suma; los mandamientos de Dios y las bienaventuranzas de Jesús. Al camino de la muerte le corresponden, por el contrario, la violencia la hipocresía, la opresión del pobre, la mentira; en otras palabras lo opuesto, a los mandamientos y a las bienaventuranzas.
La enseñanza sobre el camino estrecho encuentra un desarrollo muy pertinente en la segunda lectura de hoy: "El Señor corrige al que ama... " el camino estrecho no es estrecho por algún motivo incomprensible o por un capricho de Dios que se divierte haciéndolo de esa manera, sino que se puesto por medio el pecado, porque ha habido una rebelión, se salió por una puerta; el conflicto de la cruz es el medio predicado por Jesús e inaugurado por él mismo para remontar esa pendiente, revertir esa rebelión y "volver a entrar"
Pero ¿porqué camino "ancho" y camino " estrecho"? ¿acaso el camino del mal es siempre fácil y agradable de recorrer y el camino del bien siempre du ro y cansador? Aquí es importante obrar con discernimiento para no caer en la misma tentación del autor del salmo 73. También a este creyente del antiguo testamento le había parecido que no hay sufrimiento para los impíos, que su cuerpo esta siempre sano y satisfecho, que no se ven golpeados por los demás hombres, sino que están siempre tranquilos amasando riquezas, como si Dios tuviera, además, preferencia por ellos; el salmista se escandalizó por esto, al punto de sentirse tentado de abandonar su camino de inocencia para hacer como los demás. En este estado de agitación, entro en el templo y se puso a orar, y de repente vio con toda claridad; comprendió "cuál es su fin" o sea el fin de los impíos, empezó a albar a Dios y darle gracias con alegría porque todavía estaba con él. Por consiguiente, la luz se hace orando y considerando las cosas desde el fin, o sea, desde su desenlace.
Volvamos al hilo del discurso; Jesús rompe el esquema y lleva el tema al plano personal y cualitativo no solo es necesario pertenecer a una determinada "comunidad" ligada a una serie de practicas religiosas que nos dan la garantía de la salvación. Lo importante es atravesar la puerta estrecha es decir el empeño serio y personal por la búsqueda del reino de Dios, esta es la única garantía que nos da la certeza que se está en el camino que nos conduce a la luz de la salvación. Jesús ha repetido muchas veces este concepto "no todos los que me dicen Señor, Señor entraran en el Reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre que esta en los cielos".
Comer y beber el cuerpo y la sangre de Señor, escuchar su Palabra, multiplicar las oraciones es importante pero no es suficiente para alcanzar la Salvación, porque como afirma Dios por boca del profeta Isaías "no puedo soportar falsedad y solemnidad" (1,13) al rito se debe unir la vida, la religión debe impregnar toda la vida la oración, debe orientarse a la practica de la caridad, la liturgia debe abrirse a la justicia y al bien de otra manera como han dicho los profetas el culto es hipócrita y es incapaz de llevarnos a la salvación, y escucharemos las palabras de Jesús "aléjense de mi operarios de iniquidad", el acento esta en las obras, expresión de una vida coherente con la fe que profesamos.
La imagen que Jesús usa inicialmente es aquella de la "puerta estrecha" ella representa muy bien el empeño que es necesario para alcanzar la meta de la salvación, el verbo griego usado por Lucas agonizesthe es traducido por "esforzarse" indica una lucha, una especie de "agonía " incluye fatiga y sufrimiento, que envuelve a toda la persona en el camino de fidelidad a Dios.
La vida Cristiana es una vida de lucha diaria por elevarse a un nivel espiritual superior; es erróneo cruzarse de brazos y relajarse después de haber hecho un compromiso personal con Cristo. No podemos quedarnos estancados en nuestra fidelidad al reino de Dios.
Creer es una actitud seria y radical y no solo se reduce a ciertos actos de devoción, estos pueden ser signos de una adhesión radical; finalmente al Reino de Dios son admitidos todos los justos de la tierra que han luchado, amado y se han esforzado por su fe con sinceridad de corazón, esto significa que el cristianismo se abre a todas las razas, a todas las culturas, a todas las expresiones sociales y personales sin ninguna restricción.
El evangelio de hoy no está recogido en la serie «Un tal Jesús», pero en ella puede encontrarse varios episodios relacionados con el contenido de ese evangelio: www.untaljesus.net.
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UNA NOTICIA DIFERENTE
 NO TODO VALE
José Antonio Pagola
 Jesús va caminando hacia Jerusalén. Su marcha no es la de un peregrino que sube al templo para cumplir sus deberes religiosos. Según Lucas, Jesús recorre ciudades y aldeas “enseñando”. Hay algo que necesita comunicar a aquellas gentes: Dios es un Padre bueno que ofrece a todos su salvación. Todos son invitados a acoger su perdón.
Su mensaje sorprende a todos. Los pecadores se llenan de alegría al oírle hablar de la bondad insondable de Dios: también ellos pueden esperar la salvación. En los sectores fariseos, sin embargo, critican su mensaje y también su acogida a recaudadores, prostitutas y pecadores: ¿no está Jesús abriendo el camino hacia una relajación religiosa y moral inaceptable?
Según Lucas, un desconocido interrumpe su marcha y le pregunta por el número de los que se salvarán: ¿serán pocos?, ¿serán muchos?, ¿se salvarán todos?, ¿sólo los justos?. Jesús no responde directamente a su pregunta. Lo importante no es saber cuántos se salvarán. Lo decisivo es vivir con actitud lúcida y responsable para acoger la salvación de ese Dios Bueno. Jesús se lo recuerda a todos: «Esforzaos por entrar por la puerta estrecha».
De esta manera, corta de raíz la reacción de quienes entienden su mensaje como una invitación al laxismo. Sería burlarse del Padre. La salvación no es algo que se recibe de manera irresponsable de un Dios permisivo. No es tampoco el privilegio de algunos elegidos. No basta ser hijos de Abrahán. No es suficiente haber conocido al Mesías.
Para acoger la salvación de Dios es necesario esforzarnos, luchar, imitar al Padre, confiar en su perdón. Jesús no rebaja sus exigencias: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»«No juzguéis y no seréis juzgados»«Perdonad setenta veces siete» como vuestro Padre; «Buscad el reino de Dios y su justicia».
Para entender correctamente la invitación «entrar por la puerta estrecha», hemos de recordar las palabras de Jesús que podemos leer en el evangelio de Juan: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí será salvo» (Juan 10,9). Entrar por la puerta estrecha es «seguir a Jesús»; aprender a vivir como él; tomar su cruz y confiar en el Padre que lo ha resucitado.
En este seguimiento a Jesús, no todo vale, no todo da igual; hemos de responder al amor de Padre con fidelidad. Lo que Jesús pide no es rigorismo legalista, sino amor radical a Dios y al hermano. Por eso, su llamada es fuente de exigencia, pero no de angustia. Jesucristo es una puerta siempre abierta. Nadie la puede cerrar. Sólo nosotros si nos cerramos a su perdón.
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La pregunta del evangelio de hoy es muy contundente: ¿Serán pocos los que se salven? Pero la pregunta para nosotros yo creo que es distinta: ¿Nos preocupa la salvación? Es decir, a los cristianos de hoy en día, ¿realmente nos preocupa la salvación? Por que, ¿qué es salvarse?
Si salvarse es librarse de no se qué castigos, o llevar una vida cargada de esfuerzos inútiles que no sabemos qué recompensa van a recibir, de nada nos sirve la salvación. Sin embargo, salvación es vida con Dios. ¿Sólo vivimos con Dios en el cielo? Pues no, también aquí en la tierra.
Por tanto, la salvación es algo actual, presente, de hoy, y entonces la pregunta tiene sentido. Señor, ¿serán muchos los que vivan una comunión intensa contigo? ¿Serán muchos los que puedan disfrutar cada día de sentirse amados y convocados a mejorar este mundo?
Jesús nos da un consejo para salvarnos, para vivir cada día una estrecha relación con él: entrad por la puerta estrecha. En esto de la fe, nos van las “puertas grandes”. Somos como toreros que desean siempre el triunfo: que mi relación con Dios sea espectacular, llamativa, muy sensible. Y Jesús nos invita a entrar por la puerta estrecha: es la puerta por la que sólo podemos entrar uno a uno, la puerta de la confianza cotidiana y del esfuerzo que colabora con el plan de Dios.
Por eso, no es que Jesús nos invite a un sacrificio enorme cada día, ni tampoco ir al extremo contrario, que es abandonarse en una confianza en la cual todo lo espero de él y yo nada aporto. Ahí es donde tiene su importancia la segunda lectura: la Palabra del Señor es alimento de nuestra vida, y también correctivo. Ella nos descubre cómo llevar una vida honrada y en paz. Y en ocasiones seleccionamos lo fácil y lo asequible, y nos olvidamos que Dios nos hizo a medias, para que la otra mitad se completara con nuestras opciones, decisiones y esfuerzos. Por eso hay muchos primeros que serán últimos.
Laureano Del Otero Sevillano CSSR





Mi alma toda se abraza a ti, 
Señor mío, jurándote fidelidad;
 y no hay en ella nada que quiera separarse de ti,
 mi sumo e infinito bien.
 Pero ¿de qué serviría este deseo si tú,
 Señor mío, 
no protegieras mi pobreza 
 con tu misericordia?
M. Celeste Crostarosa
D.9,137



Para la revisión de vida 
"Al final, el que se salva sabe y el que no, no sabe nada", decía el adagio clásico. Las verdades eternas pueden requerir mucha relectura y actualización, pero en su sustancia siguen siendo verdaderas. ¿Cómo voy caminando hacia el más allá de esta vida? Auscultar en mi corazón la presencia de la salvación.
¿De qué sirve al ser humano ganar todo el mundo si al final se malogra a sí mismo?
Para la reunión de grupo
- El tema de la "salvación eterna" fue en otros tiempos el tema clave de la vida cristiana. ¿Cómo está ese tema hoy entre nosotros: un tema extraño, obsesionante, frecuente, descuidado, mágico...? Pedir la ayuda de alguien experto.
- ¿Tenemos preguntas "curiosas" sobre la salvación, o son las nuestras una preguntas vivas y existenciales".
- "El camino ordinario [por mayoritario] de salvación son las religiones no cristianas", decía Karl Rahner. Comentar y debatir.
Para la oración de los fieles
 - Para que el Señor nos dé una visión confiada y optimista en el triunfo de la salvación en el mundo, más allá de toda frontera religiosa o eclesiástica, roguemos al Señor.
- Por todos los teólogos de las diferentes religiones, para que ayuden a las comunidades religiosas universales a dialogar y a acercarse, sabiendo que el "Dios de todos los nombres" nos amó primero y sin división...
- Para que el ecumenismo se realice no sólo en las cúpulas teológicas o jerárquicas, sino en el "diálogo de vida" entre las comunidades religiosas...
- Por todos los que encaran su vida pensando simplemente en este mundo anterior a la muerte personal, para no dejen de escuchar la voz de Dios que les llama desde lo hondo de su corazón a vivir en plenitud de vida y de respeto a la vida...
- Para que cada uno de nosotros recuerde que es más importante no malograrse a sí mismo, que conquistar todo el mundo...
Oración comunitaria
Oh Dios que quieres que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad, inspíranos también el convencimiento de que tu Verdad es más amplia que la nuestra, y enséñanos tu paciencia pedagógica, para que nuestro testimonio de ti sea siempre amoroso, paciente, dialogante y dispuesto a la escucha y a aprender. 
Por J.N.S.