sábado, 14 de agosto de 2010

MAGNIFICAT



MAGNIFICAT
(Lc 1, 46-55)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, 
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, 
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo, 
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón, 
derriba del trono a los poderosos 
y enaltece a los humildes, 
a los hambrientos los colma de bienes 
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, 
acordándose de la misericordia 
-como lo había prometido a nuestros padres- 
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. 
Gloria al Padre.




Me ha gustado mucho este comentario de F. Marcos y te lo comparto. También nos ayuda a la oración en la fiesta grande de la Virgen.
Complementa lo compartido ayer.



El Magníficat es una excelente oración,
resumen de las aspiraciones de un pueblo,
que confía plenamente en Dios
y en la salvación que había prometido a los antepasados.

Este cántico pone en boca de María estos sentimientos
y nos invita a desarrollarlos interiormente.
Teniendo en cuenta que las obras de Dios
nunca se manifiestan en fenómenos espectaculares.

Su mejor obra la desplegó Dios en el seno de María,
sólo porque ella fue capaz de decir “Fiat”.
La seguirá desplegando en cada uno de nosotros,
en la medida que sepamos estar, como ella, disponibles.