miércoles, 6 de octubre de 2010

HAZ MEMORIA agradecida

Para ayudar a la oración personal  ayuda mucho tener un cuaderno de bitácora, en el que escriba al terminar el día dos o tres  frases sintetizando el día, a modo de examen de conciencia y desde la acción de gracias agradecida.  

Esto va ayudando a afinar la sensibilidad espiritual y a discernir el paso de Dios.

Al cabo de un tiempo, por ejemplo en un retiro, puedo releerlo y sorprendido puedo agradecer a Dios su paso por mi vida. 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

http://lospequesoramos.blogspot.com/ LOS NIÑOS TENEMOS NUESTRO RINCÓN DE ORACIÓN

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario “C”

Lecturas Domingo 28º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (5,14-17):

En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta Elíseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: «Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor.» 
Eliseo contestó: «¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.» Y aunque le insistía, lo rehusó. 
Naamán dijo: «Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/.
 El Señor revela a las naciones su salvación

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas: 
su diestra le ha dado la victoria, 
su santo brazo. 
R/. 

El Señor da a conocer su victoria, 
revela a las naciones su justicia: 
se acordó de su misericordia y su fidelidad 
en favor de la casa de Israel. 
R/. 

Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios. 
Aclama al Señor, tierra entera, 
gritad, vitoread, tocad. 
R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,8-13):

Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada: Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» 
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.» 
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» 
Y le dijo: «
Levántate, vete; tu fe te ha salvadoPalabra del Señor



HAZ MEMORIA AGRADECIDA


Uno de los ejercicios más beneficiosos en el camino espiritual es hacer memoria de los acontecimientos favorables que hemos vivido, por gracia del Señor. Este ejercicio salva de perecer en circunstancias que se imponen agresivas, sin dejar aparentemente resquicio a la esperanza.

San Pablo recomienda a Timoteo: “Haz memoria”. Y cada uno podemos activar el recurso de la mente para recordar las veces que, a pesar de nuestra infidelidad, Dios ha sido fiel con nosotros: “Si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”. Esta experiencia sobrecogedora nos debiera llevar a cantar al Señor “porque ha hecho maravillas”. Así nos lo indica hoy el salmista.

La Liturgia de la Palabra de este domingo nos propone dos ejemplos que son más elocuentes que grandes discursos, como estímulo para avivar nuestro reconocimiento agradecido. Naamán el Sirio, y el leproso samaritano tienen una actitud semejante, que debiéramos tomar como referente. Se expresa en un movimiento que cambia la dirección del camino: “Naamán volvió con su comitiva”, para agradecer a Eliseo la curación de la lepra. El samaritano “se volvió alabando a Dios a grandes gritos”, porque había sido curado de su enfermedad.

En ambos casos, además de coincidir en dar la vuelta agradecidos para reconocer la acción de Dios, se señala que no eran judíos; uno era sirio y el otro samaritano. Los dos con un corazón humilde.
Jesús denuncia la insensibilidad de los nueve leprosos, que habiendo sido curados, igual que el samaritano, no volvieron. “¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”

Ante las enseñanzas de hoy, duele la posibilidad de habitar en territorio confesional, beneficiarse permanentemente de la fidelidad de Dios, de su misericordia, manifestada en Jesucristo, y permanecer insensibles, acostumbrados o pretenciosos, como si tuviéramos derecho a la gracia.

Ante el movimiento de los dos leprosos extranjeros, escandaliza la insensibilidad de los de casa. Estremece la queja de Jesús, al ver la ingratitud de los que, beneficiados por el don de la salud, se marchan sin considerar a quién deben haber recuperado la posibilidad de integrarse en la sociedad.

Haz memoria de lo que ha hecho Dios contigo. Canta las misericordias del Señor, vuélvete hacia Él agradecido, porque es fiel.

Jesús nos desvela hoy su corazón humano: le agrada la sensibilidad, siente como nosotros el desprecio y el agradecimiento. ¿Eres agradecido, o piensas que lo que tienes es por derecho?
P. Ángel de Buenafuente del Sistal

CURACIÓN
 ECLESALIA, 06/10/10.- El episodio es conocido. Jesús cura a diez leprosos enviándolos a los sacerdotes para que les autoricen a volver sanos a sus familias. El relato podía haber terminado aquí. Al evangelista, sin embargo, le interesa destacar la reacción de uno de ellos.
Una vez curados, los leprosos desaparecen de escena. Nada sabemos de ellos. Parece como si nada se hubiera producido en sus vidas. Sin embargo, uno de ellos «ve que está curado» y comprende que algo grande se le ha regalado: Dios está en el origen de aquella curación. Entusiasmado, vuelve «alabando a Dios a grandes gritos» y «dando gracias a Jesús».
Por lo general, los comentaristas interpretan su reacción en clave de agradecimiento: los nueve son unos desagradecidos; sólo el que ha vuelto sabe agradecer. Ciertamente es lo que parece sugerir el relato. Sin embargo, Jesús no habla de agradecimiento. Dice que el samaritano ha vuelto «para dar gloria a Dios». Y dar gloria a Dios es mucho más que decir gracias.
Dentro de la pequeña historia de cada persona, probada por enfermedades, dolencias y aflicciones, la curación es una experiencia privilegiada para dar gloria a Dios como Salvador de nuestro ser. Así dice una célebre fórmula de san Ireneo de Lion: "Lo que a Dios le da gloria es un hombre lleno de vida". Ese cuerpo curado del leproso es un cuerpo que canta la gloria de Dios.
Creemos saberlo todo sobre el funcionamiento de nuestro organismo, pero la curación de una grave enfermedad no deja de sorprendernos. Siempre es un "misterio" experimentar en nosotros cómo se recupera la vida, cómo se reafirman nuestras fuerzas y cómo crece nuestra confianza y nuestra libertad.
Pocas experiencias podremos vivir tan radicales y básicas como la sanación, para experimentar la victoria frente al mal y el triunfo de la vida sobre la amenaza de la muerte. Por eso, al curarnos, se nos ofrece la posibilidad de acoger de forma renovada a Dios que viene a nosotros como fundamento de nuestro ser y fuente de vida nueva.
La medicina moderna permite hoy a muchas personas vivir el proceso de curación con más frecuencia que en tiempos pasados. Hemos de agradecer a quienes nos curan, pero la sanación puede ser, además, ocasión y estímulo para iniciar una nueva relación con Dios. Podemos pasar de la indiferencia a la fe, del rechazo a la acogida, de la duda a la confianza, del temor al amor.
Esta acogida sana de Dios nos puede curar de miedos, vacíos y heridas que nos hacen daño. Nos puede enraizar en la vida de manera más saludable y liberada. Nos puede sanar integralmente. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

M. Celeste nos dice HOY:

Las gracias del Señor  se sucedían una tras otra (...) Se me deshacía la médula de mi alma. Su divina belleza, el deseo de morir, me daban  muerte sin matarme. ¡Oh amor mío! ... Demasiado duro ha sido este mandato para mi. ¿CÓMO PODRÉ jamás  CONTAR LAS MISERICORDIAS QUE SIN NÚMERO ME HAS HECHO CONTRA TODO MÉRITO MÍO?  
M. Celeste - Autobiografía II, p.81.




 Oración 
Oh Padre amoroso:
¿Qué otra cosa podemos hacer
--y lo hacemos con gozo y alegría--
que darte gracias
por revelarnos tu palabra por medio de Jesucristo
y por renovar nuestra fuerza
con su pan de vida, en esta eucaristía?
Que todo lo que digamos y hagamos,
y toda nuestra vida,
sea un don para los que nos rodean
y un acto de gratitud para ti,
Dios y Señor nuestro, por los siglos de los siglos.

---------- 

Seamos siempre agradecidos por los dones de la vida, y por el don de unos para con otros.
Transformemos todo lo que hacemos en un acto de acción de gracias a Dios.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.