viernes, 29 de octubre de 2010

HOY EL CIELO Y LA TIERRA SE UNEN

Solemnidad de Todos los Santos


La oración es la vida del corazón nuevo.

El que ha resucitado VIVE-EN-DIOS 
una vida nueva.

ORAR ANTE EL ICONO DE LA TRINIDAD (y III) _ Dios en éxodo y misión _ http://www.redentoristas.org/rinconoracion/orar_iconos.html#trinidad3

Oración Colecta
Oremos al Dios de la vida.
    (Pausa)
Oh Dios, fuente de vida:
Tú nos has creado para la vida, el amor y la alegría.
Ya que tomamos parte también en la cruz de Jesús,
en las penas y dolores de la vida,
mantén viva nuestra esperanza
de que tu amor fiel tendrá la palabra final
y de que la vida vencerá a la muerte
porque tú has resucitado a Cristo de entre los muertos.
Danos un anhelo firme y una fe inquebrantable
en que tú nos resucitarás con él;
y haz que esta convicción sea nuestra fuerza
cada día de nuestra vida.
Te lo pedimos por medio de Cristo nuestro Señor.


Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4.9-14):

Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.» 
Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. 
Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.»
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí: «Señor mío, tu lo sabrás.»
Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
 Este es el grupo que viene de a tu presencia, Señor 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-3):

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro. 


Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.» 

COMENTARIOS

El Concilio Vaticano II afirma: “Todos estamos llamados a la santidad”. San Juan nos asegura que Dios Padre nos llama hijos suyos, y cuando lo veamos tal cual es, seremos semejantes a Él.

Hay gritos de guerra y gritos que anuncian la paz; hay gritos por catástrofes y otros que proclaman la victoria; hay gritos de dolor y de gozo. El Apocalipsis nos convoca a fiesta, como fruto y regalo de los que son santos. “Un ángel gritó con voz potente: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles».” Por los siervos de nuestro Dios. “Una muchedumbre inmensa gritaba: «La victoria es de nuestro Dios». Todos los ángeles decían: «La alabanza, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder  y la fuerza son de nuestro Dios».”

El júbilo proviene de la proclamación más solemne que hace Jesús de quiénes son los bienaventurados: “los que lloran, los sufridos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos… Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

Al reflexionar sobre los títulos que hacen felices y bienaventurados, se descubren las paradojas del Evangelio, que a su vez se convierten en claves para alcanzar la bienaventuranza. En la revelación positiva que hace Jesús, descubrimos el secreto de la santidad. Se nos ha revelado el camino por donde subir al Monte Santo.

“El que cree, tiene vida eterna” (Jn  6, 47). El que cree en mí, aunque muera, vivirá (Jn 11, 25). El que cree en el Hijo tiene vida eterna (Jn 3, 36).
“El que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn 14, 21). “El que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él  ante los ángeles de Dios” (Lc 12, 8).
“El que persevere hasta el fin, ése se salvará.” (Mt 10, 22; 24, 13).
“El que pierda su vida por mí, la encontrará”. (Mt 10, 39) “El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo” (Mt 20, 26-27). “El que se humille, será ensalzado” (Mt 23, 12). «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». (Lc 9, 48).
 “El que obra la verdad, va a la luz” (Jn 3, 21). “El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna» (Jn 4, 14). “El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna” (Jn 5, 24)El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día” (Jn 6, 54). “El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12). “El que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna” (Jn 12, 25).
No podemos refugiarnos en la ignorancia. Se nos ha mostrado el camino de la santidad.
P. Ángel de Buenafuente del Sistal

Pongo este comentario del  domingo porque los santos son los que buscan a Jesús y, sobre todo, se dejan encontrar por Él que siempre está con los brazos abiertos para acogernos.



31/10/2010: Domingo XXXI T. Ordinario. Ciclo C
Lecturas: Sb 11,22-12,2; Sal 144, 1-2.8-11; 2Tes 1, 11-2,2; Lc 19, 1-10

Una vez se me acercó un niño que acaba de hacer la comunión y me preguntó cómo hablaba Jesús. Me quedé desconcertado, porque después de tres años de catequesis y preparación, comprendí que a lo mejor no le habíamos sabido explicar cómo relacionarse con Dios. Me armé de valor y paciencia, e intenté explicarle cómo podía sentir la voz del Señor en la oración, en el trato íntimo con él, en los sacramentos… la verdad, necesité de varios encuentros, por lo complicado del tema, y por la juventud e inexperiencia del muchacho.
Pero normalmente nosotros sabemos por donde pasa Jesús, como Zaqueo en el Evangelio. Sabemos cuáles son las mejores higueras que sirven de atalaya para verlo pasar por nuestra vida. Lo que pasa es que quizá somos vagos y no nos subimos. La oración, los sacramentos, el hermano que sufre, la comunidad, los acontecimientos de nuestra vida… Pero os puedo asegurar que quien se sube a estos árboles, quien sabe usar todo esto, quien se arriesga a ser visto por el Señor experimenta lo mismo que aquel recaudador.
Se llena de alegría y se lanza a cambiar de vida. Porque el encuentro con Jesús tiene una consecuencia, el cambio radical de vida. Si le dejamos que entre hasta el fondo de nuestra casa, ya no podemos vivir igual que antes. Puede que tú no seas tan “pecador” como Zaqueo, pero todo el mundo necesita que la salvación le llegue, que Jesús (Dios salva, no lo olvidemos) atraviese los umbrales de nuestra inconstancia y nuestra dejadez para transformarnos desde dentro.
Permitámosle a Jesús cumplir con su misión, como dice el versículo final, dejémosle que nos encuentre y nos cambie. En la Eucaristía tenemos la mejor de las higueras, porque Dios mismo nos habla, nos alimenta y nos impulsa a seguir caminando. Cuando hoy salgas por la puerta de la iglesia, mira si has cambiado en algo, ese es el termómetro para ver si has asistido de verdad, si te has puesto a tiro o si por el contrario, sigues debajo de la higuera, tratando de pasar desapercibido ante Dios.
Emilio López Navas, sacerdote

  
M. Celeste celebra  su  314  “cumpleaños”. Nació en Nápoles el 31 de octubre de 1696.

Dice ella en su Autobiografía que  “a la edad de cinco o seis años el Señor comenzó a darle conocimiento de su divinidad pasivamente, tan suave que concibió el deseo de amarlo y servirlo. Habiéndola dotado de buen entendimiento  y del uso de la razón  antes de tiempo de manera que se dirigía a Dios en su ‘respiración’  amorosa muy frecuentemente, tenía deseos y ardor en la voluntad pero no sabía cómo satisfacerlos. Tenia avidez de escuchar las cosas que le eran enseñadas por sus padres a cerca de la fe cristiana… Oía con placer y gusto la vida de los santos   que habían amado mucho a Dios y los tomaba por sus abogados. Y también el Señor le hablaba al corazón diciéndole muchas cosas. De vez en cuando la llamaba y la urgía a amarlo con algunas breves palabras interiores, sin que ella supiera lo que era.  Y caminando así llegó a la edad de 9 años. “

"Era de naturaleza muy viva y sensible" ….

También nos dice en los Diálogos:

¿Cómo podré darte gracias, oh único amante de mi corazón?,
Unidas con Jesús por el deseo tendremos voluntad de ser sacrificadas  en Jesús al divino Padre y satisfacer por los pecados de todos nuestros prójimos y cooperar  a la Redención con Jesús para satisfacer el amor de  nuestro único bien.  M. Celeste Crostarosa - Diálogos del alma, D. 9 p. 173 - editorial  PS.

"¿Cómo puede ser, Señor mío,  que tan cariñosamente  quieras estrecharme contigo?" 
D. 3 


 Oración
Señor de los vivos:
Tú quieres que vivamos incluso después de la muerte
como personas totalmente humanas y completas,
y, sin embargo, hechos totalmente diferentes por tu amor.
En virtud de esta eucaristía danos la gracia de creer,
con una fe tranquila pero firme,
que la vida tiene sentido y vale la pena vivirla,
y que la muerte no es el final,
sino un comienzo totalmente nuevo.
Que esta certeza nos anime a compartir nuestra esperanza
con los que no encuentran sentido a su vida.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.